La caja de resonancia

Talking Heads, ¿todavía una banda imprescindible?

El cuarteto neoyorkino se citó la pasada semana en el Festival de Cine de Toronto, tres décadas después de su disolución y superados (al parecer) sus malos rollos internos. La hipótesis de una gira de reunión luce incierta, pero su legado discográfico muestra hoy una completa sintonía con los tiempos.

talking heads

talking heads / JUANJO VILLALBA

Jordi Bianciotto

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Es la imagen que ya casi no esperábamos ver: Chris Frantz, Tina Weymouth, Jerry Harrison y David Byrne, reunidos con motivo de la presentación, en el Festival de Cine de Toronto, de la versión restaurada de ‘Stop making sense’, en vísperas de su 40º aniversario. Un filme de Jonathan Demme que capturó la inventiva y el ímpetu arrollador de Talking Heads en sus días de gloria, y que resultó ser su epitafio en escena, ya que no volvieron a girar (aunque sí grabaron tres discos más: publicar y no tocar en vivo no era tan raro en los 80). Se permitieron incluso rechazar el Live Aid.

El de Talking Heads es uno de los regresos más deseados en el ‘show business’. Sigue pareciendo improbable, aunque técnicamente no sea imposible: sus cuatro integrantes están vivos y bien, y han dejado que el paso del tiempo dulcifique el viejo catálogo de agravios. Que Frantz se encargó de airear (atemperando la inquina) hace tres años en sus memorias, donde pintaba al joven Byrne como un acaparador de focos y, lo que es peor, de créditos de autoría de las canciones. El batería habría empezado a sospechar aquel día en que, siendo ambos estudiantes de arte y elaborando una exposición colectiva, observó que poco antes de la inauguración, Byrne había colocado a hurtadillas sus propias piezas en la primera sala, relegando las de sus compañeros.

Es cierto que los regresos de bandas suelen responder más al afán de lucro y la gratificación nostálgica que al estímulo artístico. Ver a estos señores juntándose para volver a tocar ‘Psycho killer’, ‘Once in a lifetime’ o ‘Burning down the house’ podría transmitir aquella sensación del artista que hace ‘covers’ de sus propias canciones. Pero, ¿y qué? Las músicas están para trascender su tiempo y su origen, y estamos hablando de un grupo que podría presentarse con su formación íntegra, sin reemplazos ‘Frankenstein’.

Y no parece que el paso del tiempo haya jugado en contra de su obra, ya en su día ansiosa y reveladora de una suerte de psicosis universal exorcizada a través del baile, intelectual y popular, mestiza y 'altermundialista' a través de la aventurada fusión ‘afro’, rompedora en la integración de una mujer como instrumentista (Tina Waymouth, bajista de bajistas, abriendo camino a Kim Gordon y Kim Deal). Es posible que Ricard Robles se quede sin cumplir su viejo sueño de traer al grupo al Sónar, pero tenemos ‘Stop making sense’, vibrando tal que en 1984. ¿Son Talking Heads imprescindibles en 2023? Por supuesto que no. Pero sí perfectamente disfrutables.

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