Entrevista

Clara Peya: “Si Albert Pla fuera una mujer, nunca habría tenido un espacio”

La pianista ampurdanesa publica su nuevo álbum, ‘Corsé’, este viernes, día en que lo pre-estrena en el marco del Mercat de Música Viva, camino de sus presentaciones en el Auditori de Girona (7 de octubre), Paral·lel 62 (Festival de Jazz de Barcelona, 15 de noviembre) y el teatro Metropol, de Tarragona (8 de diciembre), y en el que cuenta con un elenco de 13 voces entre las que figuran Albert Pla, Sílvia Pérez Cruz y Salvador Sobral

La artista Clara Peya, que actúa en el MMVV.

La artista Clara Peya, que actúa en el MMVV. / Manu Mitru

Jordi Bianciotto

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¿‘Corsé’ es un disco sobre la rebelión personal hacia las exigencias que nos imponemos?

Que nos imponemos y que nos imponen. Es una defensa radical de la imperfección como motor de cambio. Un ser imperfecto desea, por lo cual está en movimiento, mientras que la perfección es inerte, no puede mutar. Todas las personas hemos sido víctimas de los mandatos de la perfección. Este disco intenta ser un refugio de todo aquello que no es perfecto.

Se licenció en piano clásico hace 16 años. Quizá vivió ya entonces las exigencias de perfección.

Claro, pero yo pienso en una clave más política. El disco habla de la violencia que entraña ese concepto: el movimiento, envejecer, la muerte… Hay muchos subtemas. Intentando buscar la calma en torno a esas presiones que nos infligimos.

La artista Clara Peya, que actúa en el MMVV. 

La artista Clara Peya, que actúa en el MMVV.  / Manu Mitru

El discurso es contundente, mientras que su música se ha ido haciendo más serena con los años.

Menos frenética, quizá, y menos enfadada. Creo que estoy madurando, y eso me hace estar más tranquila. Moverte siempre desde el enfado es muy cansado. La música y el arte son mi medicamento. Pero me encuentro en un punto, no sé si místico o qué, en el que siento que las canciones que hago no son mías. Llevo toda mi vida escuchando música de todo el mundo, y lo que hago es lo que hace un algoritmo, mezclar todo lo que he escuchado, y de ahí sale una canción. La autoría está, no diría que sobrevalorada, pero sí pienso que las cosas son nuestras para dejar de serlo.

Aquí hay una crítica al ego artístico. Y una lectura política.

La hay, sí. Quizá no es tan místico entonces, ¿no? Pero sí, todo tiene una dimensión colectiva. Es como cuando escribes, después de haber leído tanto. Yo pienso a través de mucha gente que ha pensado, y mis pensamientos están forjados de otros pensamientos.

La artista Clara Peya, que actúa en el MMVV. 

La artista Clara Peya, que actúa en el MMVV.  / Manu Mitru

En este disco utiliza órganos del cuerpo y objetos ortopédicos como metáforas.

Tiene muchas palabras relativas a la violencia: balas, martillos, puñales, cañones… Utilizo un lenguaje violento pese a que sea un disco calmado.

La palabra ‘violencia’ se repite en varias canciones.

La mayoría de corsés que llevo no los he detectado, y eso es muy violento. Me da más miedo esos corsés que los que conozco. El privilegio de la juventud, por ejemplo. Yo tengo 37 años y envejecer no me está siendo fácil. Te haces mayor y pierdes cosas, ¡pero ganas muchas otras! Si no aprendemos a envejecer, no ponemos en valor lo que hemos vivido. Si coges diez películas ‘random’ verás que el 80% de la gente que sale es normativa, y no solo eso, es guapa. Todos los ‘imputs’ que recibimos tienen que ver con eso. Albert Pla, a quien admiro muchísimo, si fuera una mujer, nunca habría tenido un espacio. Las mujeres no pueden ser incorrectas, pensar radicalmente, cantar a su manera… A nadie le gustaría.

En ‘Corsé’, Pla canta un tema, ‘Maldita la imagen’, que parece hecho para él.

Es de los pocos que pueden cantar a eso, porque tiene edad y experiencia. Todos los temas del disco están hechos específicamente para un perfil de cantante.

Son 13 canciones y 13 voces, y es su 13º álbum.

El número más imperfecto que existe, quizá.

Colabora con cantantes de registros muy diversos y originales, como Leo Rizzi, que hace pensar en un Antony.

Total, más agudito, masticando las canciones de esa forma tan diferente. Maren también canta un poco así. Y Momi Maiga, con esa voz que es magia pura. Y Ferran Palau, que tiene un arte en decir las palabras. Y Salvador Sobral, a quien he cambiado de registro en ese tema tan cañero. Y qué puedo decir de la nana de Sílvia (Pérez Cruz), con esa capacidad innata que tiene ella de conectar con la emoción.

Durante bastantes años, su trabajo obtuvo poca repercusión, mientras que ahora acumula distinciones, desde un Premi Nacional de Cultura al Alícia de la Acadèmia Catalana de la Música.

Eso ha cambiado sí, aunque los reconocimientos siempre vienen por algo y hay casos en que cumplen con cuotas. Yo ocupo un lugar diferente, en el que no habitan otras personas. Toco el piano clásico. Soy incorrecta, pero tampoco mucho. Transgresora, pero educada. Mucha gente no sabe lo que hago, pero sabe que soy pianista. Pero todo está bien.

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