Cine

David Fincher da en el blanco con ‘The Killer’

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El directo David Fincher posa en el photocall de su nueva película 'The Killer' durante el  Venice International Film Festival

El directo David Fincher posa en el photocall de su nueva película 'The Killer' durante el Venice International Film Festival / EFE/EPA/CLAUDIO ONORATI

Nando Salvà

Nando Salvà

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Considérate afortunado si nuestros caminos no se cruzan nunca”, asegura el protagonista de la magnífica nueva película de David Fincher, ‘The Killer’, al principio de la voz en off que durante el resto de su periplo usará para comunicarse con nosotros. Y el comentario -que quizá sea más bien una amenaza- es pertinente porque, en esas escenas iniciales, el tipo da evidencias de ser un asesino cortado según el mismo patrón que el Alain Delon de ‘El silencio de un hombre’ (1967), un samurái implacable e imperturbable que, eso sí, en lugar de gabardina y fedora viste camisas hawaianas y gorro de pescador, y pasa el tiempo escuchando temazos de The Smiths.

La incesante narración, asimismo -por los demás, sus interacciones con el resto de personajes no superan la docena de frases-, le sirve para hacernos saber su escepticismo frente al mundo y la principal regla a aprender en su trabajo: “La empatía conduce a la debilidad, y la debilidad conduce a la vulnerabilidad”. Para matar por dinero, en otras palabras, hay que dejar las emociones al margen. Pero el mantra no resulta convincente por mucho que insista en repetirlo. Las canciones de Morrissey y su banda, recordemos, hablan de inseguridades, y desilusiones, y culpa ,y represión. 

“Es un hombre que ha construido un código para justificar lo que hace, y que ve cómo ese código se resquebraja”, ha asegurado hoy Fincher en la Mostra -donde ‘The Killer’ compite por el León de Oro- para definir a su protagonista. Llegado el momento, en efecto, el asesino deja de completar transacciones comerciales relacionadas con el crimen y empieza a matar porque necesita vengarse. Y, mientras lo contempla llevar esa venganza a cabo, la película resulta previsible pero también apasionante, gracias a la variedad y el toque de distinción de los que el director dota cada una de las sucesivas escenas de crímenes, la deslumbrante claridad con la que narra a través de las imágenes y su perfecto sentido del ritmo, una máquina de precisión tan afinada como la capacidad para matar que su protagonista exhibe, al menos cuando no deja que los sentimientos se interpongan en su misión.

Es, qué duda cabe, más sencilla que las obras maestras de Fincher; no es un oscuro diagnóstico sobre la condición humana como ‘Se7en’ (1995) ni una obra visionaria como ‘El club de la lucha’ (1999) -que, recordemos, fue abucheada durante su presentación mundial en este mismo festival-, y no tiene ni la complejidad y la envergadura de ‘Zodiac’ (2007) ni la relevancia cultural de ‘La red social’ (2010). En realidad, invita a ser entendida como un ejercicio, como un intento por parte de su autor de asegurarse de que su capacidad para crear intrigas brutales y perturbadoras permanente intacta tras el desvío en su carrera que ‘Mank’ (2020) supuso, y como la rotunda demostración de que así es.

Miedo a la bestia

La forma más simple de describir la primera colaboración entre el director Bertrand Bonello y la actriz Léa Seydoux, que también compite en la Mostra, es considerarla la historia de un amor imposible, pero lo cierto es que Bonello nunca hace películas simples. ‘La bête’, pues, es mucho más sofisticada, compleja y ambigua de lo que esa definición sugiere.

Adaptación libre de ‘La bestia en la jungla’, de Henry James, es una provocadora mezcla de drama de época, ‘thriller’ y ciencia-ficción que se sirve de dos amantes desesperados por conectar en tres épocas diferentes -en el pasado ella se resiste a los avances de él, en el presente él es un amargado ‘incel’, en el futuro ambos ven sus emociones amenazadas por la inteligencia artificial- para sugerir que, sin importar lo mucho que intentemos evitarlo, nuestros deseos y anhelos siempre se verán saboteados por la metafórica bestia del título. Es una obra tan pesimista como romántica, y tan extraña como seductora.

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