Cineasta oscarizado

Muere William Friedkin, el director que exorcizó al diablo

Fallece el cineasta que revolucionó el policiaco y el terror con las exitosas ‘Contra el imperio de la droga’ y ‘El exorcista’

El cineasta William Friedkin

El cineasta William Friedkin / Fiorenzo Maffi / Reuters

Quim Casas

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Aunque no se tienda a incluirlo siempre, William Friedkin, fallecido hoy a los 87 años en su domicilio de Los Ángeles, formó parte de aquel Nuevo Hollywood que irrumpió con fuerza a finales de los 60. Pertenecía a la generación de los Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Brian De Palma y George Lucas, aunque el grueso de este grupo alcanzó un prestigio más autoral y Friedkin fue contemplado solo como un buen hacedor de éxitos comerciales. De hecho, en 1973 llegó a fundar con Coppola y Peter Bogdanovich The Directors Company, una productora independiente se disolvió pronto y solo alumbró dos películas, ‘La conversación’ de Coppola y ‘Una señorita rebelde’ de Bogdanovich. Friedkin no llegó a rodar ninguna en esta pequeña compañía de efímera existencia.

Al director no le fue nada mal trabajar para las ‘majors’ y realizar películas con marchamo de comerciales, aunque de alguna de ellas nadie presagiaba que alcanzarían ese gran éxito comercial. Es el caso de ‘El exorcista’ (1973), uno de los filmes de terror más orgánicos de aquella década y un punto y aparte en el género en cuanto a la presencia del diablo y quienes deben combatirlo. Sin el filme de Friedkin no se entenderían tantas películas posteriores sobre demonios y exorcismos. Fue un éxito rotundo que arrastró a todos los involucrados en la película: un desconocido Mike Oldfield se benefició sobremanera de ese éxito al incluirse un fragmento de su ‘Tubular bells’ en la banda sonora; el disco se vendió como rosquillas después del estreno del filme.

Aquel relato entre repulsivo y metafísico que convirtió a la joven Linda Blair y sus vómitos y giros de cabeza de 360 grados en una de las figuras más espeluznantes del terror moderno, contaba con guiños europeos como hacer que uno de los exorcistas estuviera interpretado por Max von Sydow, tantos años representando en su Suecia natal las reflexiones religiosas sobre la existencia o el abandono de Dios a las órdenes de Ingmar Bergman.

Remodelación del 'thriller'

El otro título fundamental en la carrera de Friedkin había llegado dos años antes. ‘French connection’, titulado entre nosotros ‘Contra el imperio de la droga’ (1971), modernizó otro género, el policiaco, cambiándole la fisonomía al tradicional héroe policial a través del brusco y violento inspector apodado Popeye e interpretado por Gene Hackman. Cuatro Oscar –entre ellos película y director; fue nominado también por ‘El exorcista’– ayudaron también a convertirla en uno de los ‘hits’ del Nuevo Hollywood. Y una magnifica secuencia de persecución automovilística por una artería neoyorquina debajo del metro alzado, tan dinámica y espectacular como la más ‘cool’ ejecutada por Steve McQueen tres años antes en ‘Bullitt’.

Friedkin remodeló el ‘thriller’ e intensificó algunos miedos atávicos del cine de terror. Estas dos películas, así como el escándalo suscitado por ‘A la caza’ (1980), otro relato policíaco ambientado esta vez en los locales de ambiente homosexual, del que fueron eliminados 40 minutos de metraje en su estreno –recuperados hace unos años por James Franco en un documental–, no son lo único importante en su carrera. Pero el fracaso comercial de posteriores filmes le relegó a un injusto papel secundario en la historia del cine norteamericano. Craso error.

En sus inicios ya trató la temática homosexual en ‘Los chicos de la banda’ (1970), un filme demasiado franco para su tiempo. Después rodaría ‘Carga maldita’ (1977), estupendo remake del clásico francés ‘El salario del miedo’; ‘Vivir y morir en Los Ángeles’ (1985), un buen intento de reeditar el estilo policíaco de ‘Contra el imperio de la droga’; el retrato de una mentalidad criminal en ‘Desbocado’ (1987); un discreto ‘thriller’ erótico bajo la influencia de ‘Instinto básico’ titulado ‘Jade’ (1995); la cruda ‘The hunted (La presa)’ (2003) y la insoportablemente tensa ‘Killer Joe’ (2011).

La Mostra de Venecia le hizo justicia en 2013 otorgándole un León de Oro por el conjunto de su carrera cuando está ya parecía cerrada; cuatro años después lo haría el festival de Sitges. A Venecia debería haber regresado de aquí unos días, ya que el festival presentará la que es definitivamente su última película, ‘The Caine mutiny court-martial’.

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