Festival en Sant Feliu de Guíxols

Ben Harper reconforta el alma en Porta Ferrada

El músico californiano lució su habilidad para crear un sonido propio con vibración y aura, a partir de la mezcla de géneros afroamericanos, arropado por unos renovados Innocent Criminals

Ben Harper Portaferrada Foto: Júlia Termes

Ben Harper Portaferrada Foto: Júlia Termes / Júlia Termes

Jordi Bianciotto

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Se supone que el verano es esa estación propicia para la ligereza y la banalidad terrenal, pero para contrariar ese cliché está Ben Harper, californiano que suele elegir la canícula para sus rondas europeas. Músico portador de místicas palabras y practicante de un desarrollado lenguaje musical a partir de las fuentes de la música afroamericana, propagó su poesía con corazón y espíritu humanista este viernes en el Festival de la Porta Ferrada.

Aunque dispone de dos álbumes recientes, ‘Bloodline maintenance’ (2022) y el recién publicado ‘Wide open light’, Harper fue por libre en Sant Feliu de Guíxols. Suele hacerlo. Una pieza de moderna factura, ‘Below sea level’, abrió, sí, la sesión envolviendo la alerta por el cambio climático en una celestial armonía vocal heredera del góspel. De ahí al presto rescate de ‘Diamond in the inside’, ese tema con resonancias de Dylan (y The Band) y que rinde honores a la belleza interior.

Un lugar de paz

Los juegos de voces con resonancias soft-rock fueron un digno distintivo de estos Innocent Criminals, muy renovados respecto a los viejos tiempos, ahora con el guitarrista-cantante Adrian ‘Alex’ Painter como cómplice destacado. Todas las piezas encajaron y dieron cuerpo a ese lugar mental en el que el rock (‘Burn to shine’) confluye con el eco del reggae (‘Finding our way’) y la pista ‘funky’ (‘Mama’s trippin’’). Buen humor en escena: “My name is Benito”, hizo saber, celebrando protagonizar una “perfect night” con “no rain, summertime”.

Esta refinada tropa da ese perfil de músicos para músicos, con sus filigranas y ese dominio de los materiales para fundirlos con guante de seda. Pero Harper marcó territorio cuando se quedó solo y acarició nuestros oídos con ‘Walk away’ y, colocándose el ‘lap steel’ sobre las piernas, pidió ayuda espiritual en ‘Giving ghosts’.

De ahí a un dulce ‘She’s only happy in the sun’ que dedicó a España en recuerdo de ciertos veranos juveniles. Tema al que procedió a sumarse con suavidad la banda a medio trayecto. Tránsito hacia otros clásicos del catálogo discográfico, como ‘Burn one down’ y ‘Say you will’, para sellar la noche y hacer posible que saliéramos del Guíxols Arena (1.992 asistentes, según la organización) sopesando que quizá, después de todo, la humanidad no es un caso tan perdido como a veces podría parecer.

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