Ópera
Un Monteverdi ovacionado en el Liceu
‘L’Incoronazione di Poppea’ regresó al Gran Teatre en una puesta en escena que pone al día una obra, con un Jordi Savall triunfal
Multimedia | Así coronan Savall y Bieito a Poppea en el Liceu
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Pablo Meléndez-Haddad
Lo ha vuelto a hacer. Calixto Bieito ha conseguido convertir ‘L’Incoronazione di Poppea’ de Monteverdi, una de las óperas más antiguas que se conservan, en un espectáculo que respira modernidad. Para ayudar a que su mensaje llegase de la mejor manera el Liceu fichó a un gigante de la música renacentista y barroca, Jordi Savall, quien se encargó de la versión musical de una obra cuya orquestación original está perdida. En su lectura el maestro brindó coherencia tímbrica y supo acompañar a las voces, dando espacio a los solistas para respirar y ornamentar. Su orquesta, Le Concert des Nations, con Dani Espasa al clave, aportó calidad y virtuosismo.
En el escenario, y con una novedosa disposición firmada por Rebecca Ringst –volaron filas de platea y se rodeó la orquesta de una pasarela elíptica por la que se movían los personajes–, Bieito ponía al día la violencia y la sinrazón que encierra este libreto concebido hace 380 años. En su puesta en escena –con él ausente la noche del estreno– se centra a la doble cara de los protagonistas de una auténtica competición por el trono de Roma en la que todos los personajes se muestran siniestramente manipuladores. Evidenciar la violencia y enseñarla en primer plano en pantallas distribuidas por el escenario y el proscenio aumentaba todavía más lo impactante de la lectura y, además, un impresionante trabajo de dirección de actores cargado de realismo, llevando la dramaturgia original a un lenguaje con el que el público se sintió tocado e identificado. Y para ello utiliza un exhibicionismo exagerado que se inspira en las redes sociales, que tanto condicionan a la sociedad actual.
En el amplio reparto, Julie Fuchs aportó como Poppea total dominio escénico y vocal en una interpretación memorable, al igual que la mezzo Magdalena Kozena como una inmensa Ottavia, todo poderío y de gran proyección. El contratenor David Hansen conoce bien a Nerone –y la visión de Bieito–, bordando su papel, aunque con una voz inestable en las subidas al agudo, al contrario que el también contratenor Xavier Sabata, fantástico como un Ottone ambiguo y poderoso, mientras que Deanna Breiwick y Mark Milhofer se imponían como Drusilla y Arnalta. Nahuel di Pierro dibujó un Seneca solemne, Jake Arditti un gran Amore y Natalia Labourdette un solvente Valetto.
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