Novedad editorial

Patrick Radden Keefe: empatía con el diablo

El autor de 'El imperio del dolor' publica 'Maleantes', una antología de doce reportajes publicados en 'The New Yorker' sobre personajes turbios, cuando no villanos en toda regla

La crucifixión de los Sackler

Cuando el IRA asesinó a una madre de diez hijos

Radden

Radden / Maite Cruz

Ramón Vendrell

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A Patrick Radden Keefe no le interesaba Donald Trump como personaje. Además, sentía que la prensa actuaba como "cómplice" de Trump al darle "oxígeno constantemente", dice Keefe, aunque fuera en forma de críticas. Otra cosa era Mark Burnett, el productor de televisión que reinventó a Trump como "idea del triunfo" cuando era visto como "un perdedor" y constituía "una broma en Nueva York", con el 'reality' 'The Apprentice'. Burnett no quiso hablar con el periodista, pero sus dos exposas lo hicieron por los codos, igual que excolaboradores del productor, dolidos por haber contribuido a crear al Trump que alcanzó la presidencia de Estados Unidos en 2017. La historia 'Ganar. Cómo Mark Burnett resucitó a Donald Trump como un icono del éxito estadounidense' fue publicada en 'The New Yorker' en 2014.

Keefe elige el tema de la mayoría de las piezas que escribe para la revista semanal estadounidense. No fue el caso de 'Una escopeta cargada. El trágico pasado de la artífice de un tiroteo masivo' (2013), sugerida por un editor de la publicación. El reportero no le vio recorrido a Amy Bishop, una neurobióloga de la Universidad de Alabama que había asesinado a tiros a tres colegas y herido a otros tres. Total, era otro tiroteo múltiple, y poco múltiple para los estándares norteamericanos. Pero su jefe le hizo notar que Bishop había matado a su hermano de un disparo 24 años atrás, en presencia de la madre de ambos, que había declarado que había sido un accidente. Eso ya le pareció más atractivo.

Facinantes

Ambos textos forman parte de 'Maleantes' (Reservoir Books; en catalán 'Canalles', Periscopi), antología de una docena de reportajes sobre personajes que el periodista consideró fascinantes y publicó en 'The New Yorker'. Entre ellos, el señor de la droga 'Chapo' Guzmán, el traficante de armas Monzer al-Kassar, la abogada Judy Clarke, especializada en la defensa de los criminales más infames como parte de su cruzada contra la pena de muerte, o Hardy Rodenstock, sospechoso descubridor de botellas de vino increíbles por su antigüedad.

Antes de lograr un puesto de trabajo en 'The New Yorker' Keefe escribió guiones para Holywood, donde tomó nota de este consejo: "El villano de la película jamás debe pensar que es el villano de la película". En su trabajo periodístico le interesa explorar "el autoengaño" al que se someten los sujetos sobre los que escribe y al que, opina, nos sometemos todos. No por ser en el mejor de los casos individuos turbios iban a ser diferentes los protagonistas de 'Maleantes'. Si acaso, tienen que autoengañarse más. Y lo consiguen. 'Chapo' Guzmán, de quien por cierto Keefe rechazó ser el negro literario de su autobiografía, "ha cometido atrocidades, pero se ve como el bueno de la historia", expone. Es de la ambigüedad moral, de las arenas movedizas que siempre hay entre dos versiones y de las máscaras llevadas con convicción de donde Keefe saca petróleo. El artículo 'Familia de criminales. Cómo a un famoso gánster holandés lo acabó delatando su propia hermana' (2018) es ejemplar al respecto.

Críticas

Keefe cuenta que se le critica por humanizar "demasiado" a los malos. Pero es que justamente lo que pretende es profundizar en el lado chungo del ser humano y para eso tiene que ser empático con personas de cuidado. "Creo que no las justifico -dice-. Pero, igual que no soy su defensor y siempre se lo dejo muy claro, tampoco soy un predicador y mi función no es dar un golpe en la mesa y decir 'mirad qué malos son'".

Preguntado sobre si algún reportaje le ha pasado factura psicológica, Keefe se apresura a manifestar que está muy en contra de "hablar del periodismo en términos heroicos". "Pienso que es un trabajo importante -agrega-, pero no querría exagerar los sacrificios que me ha tocado hacer por lo que considero un lujo".

Pesadillas

No obstante, reconoce que lo pasó mal con la pieza sobre Judy Clarke, abogada de Dzhokhar Tsarnaev, autor del atentado del maratón de Bostón (2013) junto con su hermano Tamerlán, que murió durante la persecución policial. El periodista creció en Boston y su tío y sus primos conocían a algunas de las víctimas de las dos explosiones, que causaron tres muertos y casi 300 heridos. Keefe se obligó a seguir durante semanas en la sala del juicio las declaraciones de los afectados. Las pesadillas que sufrio le parecen un peaje razonable porque haber escuchado a los damnificados era imprescindible para contar la historia "de forma honesta".

Si es necesario, Keefe puede dedicar un año a escribir un reportaje para 'The New Yorker', sin problemas para viajar. Y puede ser necesario: no es inusual que hable con 50 fuentes.

'Maleantes' llega a España tras las formidables obras de no ficción 'No digas nada' y 'El imperio del dolor', responsable en buena medida la segunda investigación de la caída en desgracia, al menos socialmente, de los Sackler, la multimillonaria familia que poco menos que desencadenó la epidemia de opioides en Estados Unidos con el fármaco OxyContin. La primera disecciona la época de los 'Troubles' en Irlanda del Norte. "También en el IRA y en los Sackler hubo autoengaño para justificarse", dice el autor.

No le faltan a Keefe temas de actualidad sobre los que escribir ("aunque va a ser difícil dar con algo tan bueno como los Sackler", admite). Pero tomenos nota de su debilidad por la guerra fría entre los 50 y los 70, con una polarización "tan profunda que disculpó todo tipo de barbaridades". "Alguna figura de la CIA" daría juego, considera.

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