Flamenco en Apolo

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La joven revelación flamenca actúa este jueves 18 en el ciclo ‘Los caprichos de Apolo’

María Terremoto, en una imagen promocional.

María Terremoto, en una imagen promocional. / EL PERIÓDICO

Luis Troquel

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Entre tanto aguacero de mayo y repentino sol, no es fácil atinar el parte meteorológico. Sin embargo, hay un pronóstico seguro y localizado: este jueves 18, a las 21 horas, una fuerza de la naturaleza arrasará la sala Apolo de Barcelona. De huracanada voz y cante que hace justicia a tan sísmico nombre artístico: María Terremoto. El pasado, el presente y el futuro del flamenco encarnados en esta candente revelación. 

Tanto se usa y abusa del apellido ilustre en este arte, que genera a veces desconfianza. Pero esta joven jerezana solo abrir la boca, al primer tercio, disipa toda duda. Cualquiera que fuera su nombre estaría llamado a relucir en el firmamento jondo. Es junto a Israel Fernández la gran voz de su generación. Curiosamente tocayos. Fernández Benítez se apellida en realidad ella. De solo 23 años y temprana dedicación. "Cambié el boli del cole por los escenarios", confiesa María Terremoto. "Siempre he sabido que quería dedicarme a esto. Jugaba con el palo de la fregona como si fuera un micrófono. En clase, mientras la profesora explicaba cualquier cosa yo estaba pensando en una canción". 

¿Y disponía de la escuela del cante en su propia casa? No exactamente, pues cuando solo tenía 10 años una cruel enfermedad se llevó a su padre, Fernando Terremoto. Conocido también como Terremoto Hijo. Excepcional cantaor de vocación tardía y esencial compositor. "Hay cosas que él me decía a las que yo no daba importancia y ahora con el tiempo las voy entendiendo. Hoy querría hacerle muchas preguntas, pero ya no le puedo preguntar ni él me puede responder. Es la vida sola la que va contestando", asegura. "Y a él le pasó con su padre exactamente igual que a mí. Tenía 11 años cuando mi abuelo murió, en su caso además ni pretendía dedicarse a cantar; y luego tuvo también muchas dudas que le hubiese encantado podérselas preguntar. Ha sido como una cadena".

María Terremoto, en plena actuación.

María Terremoto, en plena actuación. / EL PERIÓDICO

Una saga

Figura legendaria donde las haya, su abuelo Terremoto de Jerez no sabía ni leer ni escribir. Recién terminada la Guerra Civil, con solo 7 años, cantaba y bailaba por las calles pasando la gorra para subsistir. "Cuando mi padre me enseñaba videos suyos se le encendían los ojos de lágrimas y a día de hoy a mí me pasa igual: al hablar de mi padre se me hace un nudo en la garganta". Y confiesa que más de una vez, sobre el escenario, no ha podido terminar de cantar su mítica pieza 'Luz en los balcones'. 

Alumbramientos

La incluía en su precoz primer álbum 'La huella de mi sentío'. Publicado en 2018 y sin todavía continuación. "Nos está costando mucho trabajo. Siempre se puede explorar más, idear más, indagar más…". Además, hace dos años y medio tuvo una niña. "Y ahora viene un niño de camino", dice. Apenas revela en cambio detalles de su próximo alumbramiento discográfico: ni productor ni la importante compañía que lo auspicia. Anuncia solo una apertura estilística sin concretar. "Tengo inquietudes musicales muy distintas, y si me tengo que tirar a la piscina me voy a tirar".

El dolor y la tristeza

No descarta acercarse a la música urbana y, tanto como el flamenco, confiesa que le ha gustado siempre el soul. "Si pusiera en una balanza los dos estilos ninguno pesaría más que el otro". Pero tome el rumbo musical que tome, asegura que nunca abandonará el flamenco. Cante por derecho, gitano de los pies a la cabeza, con actuaciones como la que le trae al Apolo, acompañada solo por guitarra y trepidantes palmas. Aunque por seguiriyas, el palo bandera de su estirpe, no sabemos si se arrancará. "Para hacerlas como es debido, necesito que el dolor o la tristeza me correteen por dentro".

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