Crítica de música

Glenn Hughes, el sueño de la eterna 'rock star' en Razzmatazz

Glenn Hughes: "No he escuchado lo que hace Deep Purple desde hace casi 40 años"

Barcelona, epicentro musical del sur de Europa

Glenn Hughes, durante su concierto en Razzmatazz, este 17 de mayo

Glenn Hughes, durante su concierto en Razzmatazz, este 17 de mayo / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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La historia de Glenn Hughes encaja con el cliché del icono rockero que en su día descendió a los infiernos (léase, atolondrado consumo de sustancias) y que, tras resurgir de sus cenizas, disfruta de una suerte de segunda vida en la que mirar hacia atrás sin ira. Melena (recuperada) al viento, esa voz todavía presta a los más altos tonos agudos y un fogoso repertorio de leyenda: Hughes es, a los 71, la viva imagen de la ‘rock star’ al que no parecen pesarle los años.

Su pase de este miércoles en Razzmatazz, en ocasión del 50º aniversario del primer álbum que grabó con Deep Purple, ‘Burn’ (1974), fue un homenaje al modo de concebir el rock por parte de una banda que, en su etapa clásica, y contra cierta percepción popular, no dejó nunca de explorar nuevos territorios. Porque el Mark III (1973-75) inyectó inflexiones soul-funk a su consolidado sello hard rock, y del cruce salieron desde artefactos tan arrolladores como ‘Stormbringer’ (que abrió la sesión) a incursiones ‘groovy’ como ese ‘Sail away’ en el que Hughes moduló su voz adoptando registros más graves.

Adaptaciones generosas

Si en otras giras, Hughes presentaba material nuevo y lo combinaba con el pretérito, esta vez se trataba de meternos a todos en una recreación de los discos en vivo de Deep Purple registrados en aquellos tiempos. Incluyendo esa noción generosa de la improvisación, con los más de veinte minutos de ‘You fool no one’ como exponente más extremo, mezclando guiños al ‘Blues’ de Ritchie Blackmore y a ‘Highball shooter’.

Puede que Hughes no conserve el punto de salvajismo de otros tiempos, pero sería poco realista discutir sus todavía álgidas cualidades vocales (aunque las embadurne a veces con exceso de ecos). Se volcó una vez más en ‘Mistreated’, la “very emotional song” que en su día pilotaba David Coverdale, y se anotó un par de disfrutables citas a ‘Come taste the band’ (1975), en disco en el que Tommy Bolin suplió a Blackmore, con la super-‘funky’ ‘Gettin’ tighter’ y la cadencia mística de ‘You keep on moving’.

En el bis, ‘Highway star’ fue una licencia aceptable (aunque sea un tema del Mark II, Hughes lo interpretaba junto a Coverdale en la gira del Mark IV) y trajo una sorpresa, la entrada en escena de un invitado, el bajista Marco Mendoza (ex-Whitesnake, etc), de paso por la ciudad. Y de ahí a un ‘Burn’ naturalmente en llamas, confirmando la sensación de prodigio que transmite este regenerado Glenn Hughes, acaso luchando contra el tiempo y aprovechando cada minuto para seguir viviendo su sueño de la eterna ‘rock star’.

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