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Muere la agente literaria Antonia Kerrigan, la máquina de crear best-sellers

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Crítica de 'Fortuna'

La agente representó a autores como Carlos Ruiz Zafón, María Dueñas, Javier Serra, Juan Gómez Jurado y Eva García Sáez de Urturi

Antonia Kerrigan

Antonia Kerrigan / Ricard Cugat

Elena Hevia

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Antonia Kerrigan, una de las más influyentes agentes literarias de este país, ha fallecido este miércoles en Barcelona a los 71 años. En su catálogo de representados con más de 150 autores se encuentran superventas de la talla de Carlos Ruiz Zafón, María Dueñas, Javier Sierra, Juan Gómez Jurado, Dulce Chacón, así como Eva García Sáez de Urturi. 

Hija de una pareja de norteamericanos enamorados de España, Kerrigan fue hija de Anthony Kerrigan, traductor al inglés de las obras completas de Unamuno y de obras capitales de Baroja, Neruda y Galdós, además de ser primer traductor de Borges. Su madre, Elaine Gurevitz, pianista de la orquesta sinfónica de Chicago, también se dedicó a la traducción vertiendo al inglés a Julio Cortázar. Nacida en París, en 1952, a finales de esa década, Antonia, se trasladó con sus padres a Mallorca, donde se relacionó con el mundillo literario que allí lideró Camilo José Cela mientras editaba su influyente revista 'Papeles de Son Armadans'. Por la casa mallorquina de los Kerrigan pasó buena parte de la intelectualidad internacional y, muy especialmente, los entonces jóvenes escritores y grandes amigos Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma.

Queriendo alejarse de la bohemia mallorquina, en los años 70 Antonia se trasladó a Barcelona para estudiar Medicina. Llegó a estudiar cuatro cursos pero dejó plantados aquellos estudios porque Carmen Balcells la reclamó para que formase parte de su agencia. De aquella decisión repentina no se arrepintió nunca. Aquellos años con la superagente fueron un periodo explosivo y muy intenso que Kerrigan posteriormente llegó a definir como “muy duro pero a la vez muy productivo y fascinante”, en el que aprendió a convertirse en esa figura "un poco antipática" -según sus palabras- pero firme y necesaria que es la agente literaria.

Alejándose de Balcells

A finales de los 80 decidió emanciparse de la sombra de la Mamá Grande para crear su propia agencia, que se consolidó y se hizo particularmente fuerte a partir del descubrimiento de Carlos Ruiz Zafón y su novela 'La sombra del viento'. La Agencia Kerrigan se conviritó entonces en una máquina imparable de detectar y crear superventas. Le gustaba recordar cómo gracias a la aparición de las agentes literarias había cambiado de arriba a abajo la precaria situación de muchos autores: "Cuando llegué en 1994 a la Feria del Libro de Guadalajara en México, algunos autores me pidieron que los representase. Así descubrí que nadie tenía un contrato firmado, que no les pagan el menor adelanto y que de vez en cuando les liquidaban migajas".

Ella fue, con Balcells, una de las encargadas de corregir aquella anomalía, hoy absolutamente impensable, y una fiera pionera en la defensa de los derechos de autor. De hecho, cuando contaba cómo se sintió cuando leyó por primera vez 'La sombra del viento' e intuyó su potencial, solía aplicar un simil del Far West: "Me sentí como si hubiera encontrado una pepita. Los agentes somos como los buscadores de oro". De esa novela, que impulsóa Barcelona internacionalmente tan solo un año antes de los Juegos Olímpicos, se llegaron a vender 15 millones de ejemplares y ha sido traducida a 36 lenguas,

Uno de sus representados, el escritor Juan Gómez Jurado se lamentaba este jueves en un tuit de la "pérdida irreparable". "Todos los que la conocíamos y la queríamos lamentamos su marcha y tenemos el corazón destrozado".

Casada con el arquitecto Ricardo Pérdigo, Antonia deja dos hijos, los también editores Gregori Dolz e Ilya Pérdigo, creadores de los sellos Alrevés y Clandestina.

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