Entrevista

Antonia Kerrigan: "Somos como los buscadores de oro"

Antonia Kerrigan

Antonia Kerrigan / LAURA GUERRERO

ELENA HEVIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Esta información se publicó el día 22 ABR 2007. El contenido hace referencia a esa fecha.

La agente literaria -en este país es una profesión de mujeres- es un personaje secreto, por lo menos para el gran público, que lucha a brazo partido por los intereses de sus escritores, a quienes representa -para llevarse el pellizco de un 10% o un 15% de sus ganancias-- y que se ha ganado la animadversión de los viejos editores acostumbrados en el pasado a tratar con sus autores de tú a tú. Antonia Kerrigan es una de las agentes más influyentes de este país, no en vano, la joya de su corona son los seis millones de ejemplares vendidos de La sombra del viento. Suyo es Carlos Ruiz Zafón.

¿Cómo se hace una agente literaria?

Mi padre, un norteamericano de origen irlandés, era poeta y el primer traductor de Borges al inglés. Creció en Cuba y recaló en Mallorca, donde está la casa familiar. Los libros siempre han estado muy presentes en mi vida, pero el hecho de que sea agente se debe casi exclusivamente a Carmen Balcells. Con ella trabajé y aprendí el oficio.

Dicen que Balcells es una negociadora de hierro. ¿Se molestaba en dar lecciones?

Verla actuar ya era toda una lección, un privilegio.

El editor Mario Muchnik dijo en su biografía en relación a los agentes que "lo peor no son los autores". ¿Asume su papel de mala de la película?

Es inevitable que un intermediario sea un figura un poco antipática. Pero tenemos muchas cosas buenas.

A saber...

Un escritor inédito es alguien capaz de vender su alma al diablo por dejar de serlo y nosotros ponemos coto a esa situación.

¿Me da un ejemplo?

Cuando en el 94 llegué a la Feria del Libro de Guadalajara en México, algunos autores me pidieron que los representase. Así descubrí que nadie tenía un contrato firmado, que no les pagaban el menor adelanto y que de vez en cuando les liquidaban migajas. Ahora por supuesto a nadie se le ocurre hacer estas cosas.

Y eso es gracias a ustedes. ¿Los editores están de acuerdo?

Yo creo que sí. También a ellos les resultamos beneficiosos. ¿Tengo que decir que tengo amigos editores? Somos el filtro de montañas de originales y cuando el autor adquiere fama y se vuelve difícil de trato, somos nosotros los que lidiamos con él.

¡Ay, el ego de los autores! La veo haciendo de psicóloga de guardia.

Todos los creadores son un poco frágiles.Y tienes que estar ahí, dando aliento por teléfono después de una mala crítica. En el fondo, nadie tiene la seguridad, al cien por cien, de la valía de lo que escribe. Hay quien me han mandado el libro un día y a las 24 horas me ha llamado para preguntarme si me ha gustado.

A Carmen Balcells la llaman La Mamá Grande y al norteamericano Andrew Wylie, La Mamá Grande El Chacal.

No, que yo sepa. Me llaman La Kerri, pero no a mis espaldas y siempre con cariño.

¿Cómo es su estilo negociando?

Convenzo a la gente contándole exactamente lo que opino del libro. Creo que soy una persona sensata. Si tienes un autor que ha vendido mucho es normal que pidas más.

¿Qué sintió cuando leyó por primera vez La sombra del viento?

Algo parecido a lo que debían experimentar en el far-west cuando encontraban una pepita. Los agentes somos como los buscadores de oro.

¿Tan esforzados?

Vender es un negocio muy duro. En el mercado anglosajón apenas si tienen en cuenta a los autores españoles. ¿Le cuento una anécdota?

Venga.

Hace unos 8 o 9 años me cité con una editora inglesa. Como me presenté un poco pronto al stand me puse a hojear La cuarta mano, de John Irving, que acababa de salir y yo tenía muchas ganas de leer. Llegó la editora y le empecé a hablar de tres o cuatro autores que le podían interesar y en un momento dado me di cuenta de que se estaba aburriendo mortalmente. Así que le dije: vamos a llegar a un acuerdo, si me regalas el Irving yo me voy. Y dicho y hecho. El interés por los libros españoles es nulo, ahora es un poco mejor pero no entusiasmante.

Y siguiendo con las malas noticias, ¿cree que Barcelona ha perdido peso cultural en lo que respecta a la edición?

Rotundamente, no; la voz cantante todavía la tiene Barcelona.

¿Se prepara para Fráncfort?

Me afectará poco porque en mi catálogo no abundan los autores en catalán. Con todo, creo que es una excelente oportunidad para dar a conocer la cultura catalana.

¿Por qué en España las agentes literarias son mujeres?

Antes las esposas de los escritores se ocupaban de estos temas, incluso les pasaban los originales a máquina. Quizá nosotras hemos sustituido ese papel de apoyo.

TEMAS