Clásicos al pie del cañón

Las vidas paralelas de Alaska y Loquillo

El rockero catalán y la electrónica de Fangoria encabezan la programación musical de Les Festes de Primavera de L'Hospitalet

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Luis Troquel

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Seguramente es coincidencia más que otra cosa, pero, este año, las Festes de Primavera de L’Hospitalet tienen rango de conmemoración. Y no necesariamente nostálgica. Dos cabezas de cartel que sobrepasan las cuatro décadas en escena, y sin embargo, más que artistas ochenteros son verdaderos clásicos al pie del cañón. Con caminos musicales muy diferentes y no pocas circunstancias comunes. Dos sagas artísticas con icónicos protagonistas. Alaska y Loquillo. ¿Vidas paralelas?

Paralelamente también, cada concierto ocupa una diferente fecha con consecutivo doble cartel. Este viernes 21 de abril, precediendo a Loquillo actúa Dani Flaco. Cantautor de esta misma localidad, concretamente del barrio de Bellvitge, embarcado en una amplia gira titulada ‘Bailemos un bis’. Y el sábado 22, cualquier seguidor de Fangoria sabe de sobras que nadie sube antes tanto la temperatura como el sin par Mario Vaquerizo al frente de sus entaconadas Nacy Rubias. Todo en La Farga.

El ritmo del garaje

Para redondear casualidades, este año se cumplen nada menos que 40 de la publicación de dos emblemáticas canciones de Loquillo que en su original grabación de entonces, en 1983, las cantaba a dúo con…. ¡Alaska! Con mención especial a la que daba título al álbum que las albergaba: ‘El ritmo del garaje’. Que si alguien no la identifica por el título, pocos desconocerán esa letra que decía: 'Cualquier noche los gatos de tu callejón le aullarán a gritos esta canción…'.  

La otra era 'Quiero un camión'. Un divertido ejercicio de estilo que actualmente no pasaría la censura de la corrección política. ‘Peccata minuta’ al lado del calibre, hoy impensable, de dos de los mejores éxitos ochenteros de ambos: 'Cómo pudiste hacerme esto a mí' y 'La mataré'. Letras así hoy solo serían imaginables, y no exentas de polémica, en la música urbana. A fin de cuentas, ellos en 1983 eran en parte algo similar: música de gente joven con ganas de divertirse (o ahuyentar angustias) que no veían un telediario ni para entretener la resaca.

Tanto la saga Alaska como Loquillo mantienen un impresionante poder de convocatoria y han seguido sumando público de nuevas generaciones en sus conciertos. Son, de largo, los dos nombres que mayor tirón continúan teniendo de aquella llamada movida madrileña. Porque Loquillo fue también allí donde se hizo como artista. Y cronista además de una Barcelona que estaba a punto de desaparecer bajo la apisonadora olímpica: la Avenida de la Luz, el rompeolas… Y cuando hoy actúa en Madrid lo hace en todo un Wizink Center. 

Detrás de ambos, solamente Los Secretos siguen gozando de tan buena respuesta, aunque ellos nunca se identificaron con tan colorista corriente; por más que el homenaje a uno de sus miembros, trágicamente fallecido, se considere el inicio de dicha movida. Tal vez la escena artística española más sobrevalorada del siglo XX. Fue magnífica, eso nadie lo duda, pero tan exageradamente se ha llegado a magnificar (por parte además de gente que en su día ni la olió), que al final suena casi a leyenda urbana. 

En 1983 ambos tenían ya prehistoria. Tras Los Intocables, Loquillo pasaba a ser líder de Los Trogloditas. Y tras Los Pegamoides, Alaska lideraba Dinarama. Años atrás, cuando todavía no eran nadie (él un malote de futbolín y ella una cría que parecía haberse escapado del cole), vivían ya consagrados a sus propios personajes. José María Sanz era ya Loquillo y Olvido Gara era Alaska. Incluso sus respectivas estaturas físicas destacaban. Aprendieron a ser estrellas mucho antes que a cantar. Todo lo que tenían de innatos intérpretes, parecía serles vocalmente negado. A su lado Miguel Bosé era Pavarotti. Y eso que es de los que tampoco ha andado nunca sobrado de voz. Sin embargo, por más rutilantes versiones que se hayan hecho del ‘A quién le importa’, ninguna le llega a la suela del tacón a la original de Alaska. Del mismo modo, ni en la mejor voz del mundo ‘Cadillac solitario’ brillaría tanto como en la de Loquillo. Y así con muchísimas más. 

Desérticas travesías

En momentos álgidos ambos tuvieron que enfrentarse a polémicos cismas. Una y otro contaban con los mejores compositores de su generación: los excelsos Carlos Berlanga y Sabino Méndez. Casi al mismo tiempo partieron peras, con la heroína y la lucha de egos de telón de fondo, lavado de trapos sucios en público y fraternal reconciliación después, volviendo incluso a colaborar artísticamente. 

También los dos pasaron su propia travesía del desierto. Cuando Alaska y el siempre genial Nacho Canut crearon Fangoria la industria musical se mofaba de ellos, y tuvieron que reiniciar desde el 'underground'. También Loquillo, con el tardío éxito de ‘Feo, fuerte y formal’, empezó a resurgir del crepuscular destino artístico al que parecía abocado. 

Icono gay ‘avant la lettre’ y resistencia viril. Ambos han estado siempre enamorados de músicas pretéritas sin prejuicios culturales o generacionales. Y a la vez, en 2023, siguen formando parte del presente. ‘Momentismo absoluto’, que diría la canción.

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