Discos de la semana

Metallica saca chispazos de la vieja ira juvenil en ‘72 Seasons’

La banda californiana entrega un álbum enojado en el que discute las pautas educativas de la infancia y reconstruye con precisión su decálogo metalero

Los nuevos elepés de Cala Vento, Feist, Arooj Aftab y Eladio carrión, también reseñados

Metallica

Metallica / Tim Saccenti

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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Metallica ha dejado felizmente atrás los tiempos en que parecía a punto de implosionar o, quizá peor, de morirse de aburrimiento (‘St. Anger’, 2003), y va entregando álbumes, aunque sea con cuentagotas, en los que se las apaña para rearmar un antiguo vigor y dejar en el camino notables regueros de canciones. Así, después del revitalizador ‘Hardwired… to self-destruct’ (2016), llega este ’72 Seasons’, en el que afronta todo un papelón: convencernos de que la ira que sintió en su juventud sigue siendo un combustible inspirador y creíble, aunque ahora ellos sean unos señores acomodados que acarician la sesentena.

Ahí está el cuerpo inspirador del disco, el pulso con la cólera a partir de los moldes educativos y las pautas implantadas por nuestros padres. Las ‘72 Seasons’ nos hablan de esas tantas estaciones que configuraron el camino hasta los 18 años, y ponen el punto de partida con un aparatoso festival del ‘riff’ que, encadenando acelerones, abre el álbum sin dar respiro. Tema titular de 7 minutos y 39 segundos, advirtiéndonos de uno de los peligros de este cancionero, la tendencia a estirar en exceso algunas dinámicas y aquelarres instrumentales.

Veto a las baladas

El arranque de ‘72 Seasons’ mantiene las espadas en alto en su tríada de bienvenida, con ‘Shadows follow’ y ‘Screaming suicide’ evocando los viejos mandamientos del thrash metal y maridándolos con agudos giros melódicos, solos con wah-wah y estampidas a tumba abierta. Metallica en posición abiertamente ofensiva, dejándonos claro que este va a ser un álbum sin baladas, aunque no por ello exento de atractivos recesos. Ahí está el bajo de Robert Trujillo, marcando el paso en el musculoso ‘groove’ de ‘Sleepwalk my life away’, con un James Hetfield metido en su papel de sonámbulo extraviado. Y la pulsión pétrea, heredera del hard, que se abre paso en ‘You must burn!’, un trofeo que cae a plomo y abre espacios para la deriva ‘sabbathiana’.

Poco aventurado, pero eficaz, resulta ser ese torpedo llamado ‘Lux aeterna’ (el primer sencillo, lanzado el pasado noviembre), a alinear con otras piezas apreciables, como la enrarecida ‘Chasing light’ o esas abrasivas ‘Too far gone?’ y ‘Room of mirrors’. Mención aparte para la composición final, ‘Inamorata’, un ‘tour de force’ de más de 11 minutos (la mayor duración de la historia de Metallica) en el que percibimos al Hetfield más sentido, matizando la oscuridad del álbum, si bien la banda se relame en exceso en su tramo instrumental de guitarras dobladas.

Con todo ello, la banda demuestra que sigue viva como ente creativo, aunque sea revisando todos y cada uno de los registros metaleros que la hicieron famosa. ’72 Seasons’ no disimula en su mirada al pasado para coger impulso, o para quemarlo, como insinúa esa portada en la que una cuna aparece fulminada por un rayo. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Concebido como un lugar en el que refugiarse de los males contemporáneos y liberarse de la carga de responsabilidad que supone darles respuesta, el cuarto elepé del dúo equilibra con tino la contundencia guitarrera y la inmediatez del pop sin dejar de pisar el pedal de la emoción. Amaral y Gorka Urbizu echan una mano en un disco que, guiado por ‘hits’ tan inapelables (y tan distintos) como ‘Ferrari’ y ‘Conmigo’, debería abrirles las puertas del reconocimiento masivo. Rafael Tapounet

Aunque el disco lo abra un centelleante número pop, ‘In the lightning’, el regreso de Leslie Feist tras un lapso de seis años se decanta por un recogimiento acústico al parecer inducido por episodios familiares contrastados (la muerte de su padre, la maternidad). La canadiense se mueve con provechoso sigilo entre sutiles melodías ululantes y cierta purpurina mágica, primando la pureza expresiva y el trazo claro con la ayuda de cómplices como Mike Mills (ex-REM). J. B.

¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cómo he llegado hasta aquí? La hipnótica voz de Arooj Aftab es la baliza que señala dónde estás en un mar de graves, pulsos electrónicos y teclas que reverberan envueltas en ecos. Los versos de Aftab son en urdu, con lo que el extrañamiento es aún más grande. Iyer viene del jazz, Ismaily del downtown de Nueva York y Aftab de todas partes, pero juntos se inventan un mundo nuevo, de tacto sintético y a la vez humano. Música envolvente, ahora balsámica, ahora inquietante. Música para perderse en ella. Roger Roca

Es complicado encontrar un disco que reúna a estrellas del mundo latino y del yanqui tan grandes como las que junta Eladio Carrión en su nuevo trabajo. No sorprende por la primera parte (Bad Bunny, Myke Towers...), pero es más que destacable el combo estadounidense que le acompaña: Lil Wayne, Future, 50 Cent... Más allá de demostrar la autoridad que ha ganado el puertorriqueño, tiene su razón de ser: Carrión es seguramente la mejor simbiosis de ambos mundos. En '3MEND2 KBRN' hace lo que sabe hacer: disfrutar del cara a cara y de su viaje al éxito. Ignasi Fortuny