Àngel Llàcer se adentra en el drama familiar de 'El temps i els Conway'

Àngel Llàcer tiene ya ganas de estrenar este jueves en el Teatre Nacional de Catalunya su adaptación de 'El temps i els Conway', una obra de J.B.Priestley de 1937 que hace 30 años triunfó en el Teatre Condal de Barcelona con un aclamadísimo montaje dirigido por Mario Gas y un gran elenco. "Hace tiempo que quería hacer esta obra porque los dramas familiares me encantan. Pero también quería hacer un homenaje a Mario Gas. Cuando digo que de mayor quiero ser como él no es broma. Me apasiona su talento y su manera de trabajar," ha señalado Llàcer que compagina este montaje con otros proyectos como el programa de TV3 'La Puntual', el nuevo proyecto de su 'talent show' teatral basado en 'L' auca del senyor Esteve' y el musical 'The producers'.

En su versión Màrcia Cisteró encarna a la matriarca, la señora Conway. Sus hijos están interpretados por Júlia Bonjoch (Hazel), Bàrbara Roig (Kay), Mar Ulldemolins (Madge), Roser Vilajosana (Carol), Biel Duran (Alan) y Carles Roig (Robin). Ferran Vilajosana es Ernest Beevers, el ambicioso emprendedor de baja clase social interesado en Hazel, Albert Triola encarna al abogado Gerald Thornton y Júlia Truyol a Joan Heldford, una joven enamorada de Robin.

Su adaptación de 'El temps i els Conway' se ofrece sin pausas, con una nueva traducción del maestro Joan Sellent que ha recortado para dejar el espectáculo poco más de dos horas.

"Esta obra sigue teniendo sentido hoy porque aunque todo evoluciona, el ser humano es el mismo"

Llàcer cree que el público que vio el montaje de hace 30 años se olvidará fácilmente cuando empiece la función porque el suyo es muy diferente, algo que confirma Carme Portaceli, directora del TNC encantada con esta nueva mirada "a una obra emblemática" que conecta con el tema de 'La conciencia' alrededor del cual se articula la temporada.

Tres tiempos en uno

Entre los temas de la obra destacan una reflexión sobre la superposición de pasado, presente y futuro, la capacidad del ser humano para transformar su vida y la de decidir su destino. El primer acto transcurre justo después de acabar la Primera Guerra Mundial en una fiesta que montan los Conway en su mansión para celebrar el cumpleaños de Kay, la hija que sueña con ser escritora. El segundo vemos como en una premonición o visión de Kay, el destino de los protagonistas hace un salto en el tiempo y les vemos 18 años después, a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial. La familia ha ido a menos y nadie es realmente feliz con su existencia.

El último acto regresa a 1919. En él se percibe el origen del declive de los Conway a través de la actitud de los personajes de esa familia de buena posición social marcada por una madre controladora y snob cuyas ideas reflejo de un mundo a punto de desaparecer. "Esta obra sigue teniendo sentido hoy porque aunque todo evoluciona, el ser humano es el mismo", dice Llàcer. Desea es que el espectador no solo se emocione con la obra sino que salga del teatro con ganas de "tomar las riendas de su vida".

La escenografía de Marc Salicrú sorprenderá. "Es como si explicara un cuento". dice Salicrú. "Empieza con el escenario vacío, se empieza a llenar cuando abrimos la primera página. La escenografía tiene mucha pomposidad. Explica el ideal de familia unida cuya unión acaba transformándose en un infinito que ocupa toda la Sala Gran".