Referente cultural

Muere en Jerusalén la pianista y monja etíope Emahoy Tsegué-Maryam Guèbrou

Velatorio por la muerte de la monja pianista etíope  Emahoy Tsegué-Maryam Guèbrou

Velatorio por la muerte de la monja pianista etíope Emahoy Tsegué-Maryam Guèbrou / AFP

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La pianista y monja etíope Emahoy Tsegué-Maryam Guèbrou ha sido enterrada en Jerusalén este fin de semana, donde vivió los últimos años de vida. Tsegué-Maryam Guèbrou tenía 99 años cuando falleció, el pasado martes.

En 2020, la cantante y música estadounidense Norah Jones citó a la pianista etíope entre sus artistas favoritos en el 'New York Times', describiendo uno de sus discos que la acompañó durante el confinamiento como "una mezcla de Duke Ellington, música modal, blues, música litúrgica".

Yewubdar Guèbrou nació el 12 de diciembre de 1923 en una familia acomodada de Addis Abeba. Pianista y violinista de formación clásica, fue consagrada como religiosa a la edad de 21 años, y se interesó entonces por la música litúrgica etíope. Compositora de más de 157 canciones, ha grabado cuatro discos, según su fundación.

Yewubdar Guèbrou aprendió violín y piano en Suiza, donde fue enviada a la edad de seis años. Poco después de su regreso a Etiopía, fue hecha prisionera y llevada con su familia a Italia en 1937 por las tropas italianas que invadieron su país.

Después de la guerra, estudió en El Cairo bajo la dirección del violinista polaco Alexander Kontorowicz, quien la seguiría a Etiopía para trabajar para el emperador Haile Selassie.

A los 19 años ingresó en un monasterio y dos años más tarde pronunció sus votos religiosos, tomando entonces el nombre de Emahoy Tsegué-Maryam. Consiguió permiso para dejar su convento para vivir en Addis Abeba, donde compuso piezas para piano, violín y órgano. Grabó cuatro álbumes en las décadas de 1960 y 1970, cuyas ganancias se utilizaron para financiar la educación de los huérfanos.

Dejó Etiopía definitivamente en 1984, entonces bajo la dictadura de Mengistu, y se unió a un convento etíope en Jerusalén.

En 2006, la colección de discos "Ethiopic", que popularizó a los artistas etíopes y eritreos de las décadas de 1960 y 1970 en todo el mundo, ayudó a dar a conocer su música dedicándole su volumen número 21.

Un año más tarde, se creó una fundación benéfica en su nombre para ayudar a niños desfavorecidos en Jerusalén, Etiopía y Estados Unidos, y permitirles seguir estudios musicales.