Discos de la semana
Depeche Mode sobrevive a la muerte con 'Memento mori'
Dave Gahan y Martin Gore sacan fuerzas de flaqueza, tras la pérdida de Andy Fletcher, en un álbum reconstituyente en el que apelan a la brevedad de la vida y a nuestra voz interior

Depeche Mode / Anton Corbijn
En un extraño coqueteo con el destino, Depeche Mode había acordado que su nuevo álbum llevaría por título ‘Memento mori’ cuando un hecho trágico vino a dar más sentido a la jugada: el 22 de mayo de 2022, Andy Fletcher, miembro original del grupo, fallecía súbitamente, a los 60 años, a causa de una disección aórtica. El trío se convertía así en un dúo, pero eso no le impidió seguir adelante y entregar ahora una obra notable sobre la que flota la figura de la guadaña, no tanto a título recreativo sino con vivida veracidad.
Aunque Fletcher representaba, con su parada de teclados, el sustento tecnológico y la inquietud sónica de la arquitectura ‘depeche’, Dave Gahan y Martin Gore se las han apañado para cubrir el vacío tirando de otros cómplices (el ya conocido James Ford, la debutante Marta Salogni). El fruto es un álbum muy identificable en el que han logrado transmitir calidez a través de la textura industrial. “Recuerda que morirás”, eso dice el título en latín, es la frase que el siervo dispensó al general romano para que fuera consciente de los límites de su grandeza, si bien el disco no va tanto de relamerse en la estética funeraria con un ánimo gótico, sino de apurar la fugacidad de los días.
Disipando los fantasmas
Puede percibirse la humildad entre líneas, pero sobre todo una pulsión de intimidad y un ánimo de buscar en tu interior la fortaleza y la serenidad. Hacia ahí va el pórtico del álbum, ‘My cosmos is mine’, suerte de vals turbio manejado por un Gahan de voz grave, disipando los fantasmas (la guerra, el miedo, la lluvia, el dolor) sobre una monocorde base maquinal. Las esencias de Depeche Mode despiertan para dar juego a ‘Wagging tongue’, con su tensión entre una melodía majestuosa y un fondo heredero del krautrock, y el imperativo ‘Ghosts again’, tema alumbrado semanas atrás y que resulta ser el ‘single’ más celebrado del grupo en lo que llevamos de siglo.
Los créditos de esta pieza presentan la coautoría (sin precedentes) de Richard Butler, el cantante de Psychedelic Furs, y la alianza se adivina fructífera observando las otras tres canciones con su firma: ‘Don’t say you love me’, un blues espectral que haría feliz a Scott Walker, la robótica ‘My favourite stranger’ y la dinámica con gancho de ‘Caroline’s monkey’. Y Gore se luce, como autor y cantante, en ‘Soul with me’, cual ‘crooner’ avistando el crepúsculo de los días: “Estoy listo para las páginas finales / Doy un beso de despedida a mis jaulas terrenales / Subo las escaleras doradas”.
Material que, trenzado con el imperativo toque ‘dark’ con alquimia Kraftwerk de ‘People are good’, el recogimiento de ‘Always you’ o el ‘tempo’ al alza, para bailar meditando, de ‘Never let me go’, permiten a Depeche Mode afrontar con el ánimo recompuesto y la cabeza alta esa gira que les traerá al Primavera Sound. Jordi Bianciotto
Otros discos de la semana
La nueva entrega del proyecto más consistente y prolífico de Glenn Donaldson toma como hilo argumental el intento de hacer compatible el impulso de hacer música con la necesidad de ganarse la vida. Esa premisa lo convierte en un disco algo más serio que sus predecesores, pero el influjo benefactor del pop indie de los 80 y los 90 (The Smiths, The Go-Betweens, Sarah Records) garantiza la preceptiva dosis de acordes soleados y melodías magníficas. Rafael Tapounet
Karin Dreijer, criatura venida del espacio exterior, retoma su alias artístico de la mano de su hermano Olof (que fue su cómplice en el dúo sueco The Knife). Fever Ray reanima su imaginario sintético con rostro humano a costa de ‘beats’ selváticos y giros sinuosos, canto airado y aventurados garabatos melódicos. Obra de contrastes, enigmática pero accesible, con oscuridad y pulsión amorosa, en la que intervienen Trent Reznor y Atticus Ross (Nine Inch Nails). J. B.
Tarda un poco en prender, pero cuando llega la tercera pieza, 'Don’t mention the war', el juego del batería Vinnie Sperrazza, el pianista Ethan Iverson y el contrabajista Michael Formanek se despliega del todo: claridad de ideas -ideas posmodernas, eso sí-, melodías que conquistan a la primera pero que son mucho más complejas de lo que parece y una dosis muy sana de distancia irónica para poder decir cosas emocionantes sin cursilería. 'Saturday' pasa como un suspiro pero deja poso. Roger Roca
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