Historietista influyente

'Querido Callo': 40 años de confesiones impúdicas de Aline Kominsky-Crumb

El álbum recoge numerosas historietas de la fallecida autora en solitario y la revela como una pionera 'hardcore' del cómic autobiográfico

Aline Crumb

Aline Crumb / Archivo / La Cúpula

Ramón Vendrell

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Ni dos décadas de cómic autobiográfico a gogó nos habían preparado para el rescate de la obra de Aline Kominsky-Crumb (Nueva York, 1948-Sauve, Francia, 2022). No es solo que 'Querido Callo' (Reservoir Books) revele a una pionera del tebeo confesional e invite a especular, con fundamento, sobre su influencia en autores cuyo trabajo es mucho más conocido que el de ella. Es también y sobre todo que la exposición de la artista en sus historietas mantiene el impacto de una pedrada en la frente. Por la ausencia de límites de esa exposición, por lo directa que es, por su crudeza y por el humor fatalista que la impregna. No hablamos de una reliquia.

Inicia el álbum 'El joven Callo. Una historia sin romance ni aventuras', cómic de 1976 en el que el 'alter ego' de Kominsky-Crumb (en efecto, el Callo, así se las gastaba consigo misma) descubre las relaciones sexuales con lo que hoy llamaríamos sin duda una violación. Baile de instituto, ligue con un chico malote (corazones orlan el rostro del Callo; torsos desnudos de mujer el del galán), coche y penetración pese a los repetidos noes de la adolescente. La sequedad factual y la renuncia al comentario y a la dramatización (al contrario: "Qué feo es", dice la chica al ver por primera vez un pene, y "parece una molleja", piensa) redoblan la fuerza de la escena y la conservan moderna. La historieta sigue y tras contar avergonzada el episodio a su mejor amiga el Callo imagina un pene erecto con una sonrisa en la boca. La libertad con que Kominsky-Crumb se expresaba, especialmente en el terreno sexual, casaba mal con las doctrinas feministas. Continuará...

De celebración a homenaje

Kominsky-Crumb (Goldsmith en la partida de nacimiento) falleció el pasado 29 de noviembre. 'Querido Callo' no es ni mucho menos una amortización urgente del deceso. Se trata de la primera traducción de la integral (o casi) de la obra en solitario de la autora, publicada originalmente en 2018 por la editorial Drawn & Quarterly con el título de 'Love That Bunch', y comenzó a fraguarse hace unos años. Al enterarse de que la dibujante padecía cáncer de páncreas, Jaume Bonfill, director literario de Reservoir Books, aceleró el proceso en un intento de que pudiera ver publicado el volumen. No hubo tiempo y "lo que tenía que ser una celebración se ha convertido en un homenaje", dice el editor. En España solo se había editado hasta ahora de Kominsky-Crumb '¡Háblame de amor!' (La Cúpula, 2011), compilación de todas sus historietas a cuatro manos con Robert Crumb, su marido.

La primera página de la historieta 'Rinoplastia'.

"Sin el trabajo de Kominsky-Crumb quizá no existiría el de Alison Bechdel, Simon Hanselman o Julie Doucet", tres extremistas del yo en el cómic, indica Bonfill. Como editora de 'Weirdo' entre 1986 y 1993 Kominsky-Crumb dio oportunidades primerizas a la citada Doucet, a Phoebe Gloeckner y a Carol Tyler, entre otras autoras.

El caso es que la historietista fue precursora, y 'hardcore', del cómic autobiográfico. La académica estadounidense Hillary Chute señala en el epílogo de 'Querido Callo' que 'Binky Brown conoce a la virgen María', de Justin Green, que pasa por ser la primera historieta autobiográfica, apareció en 1972. El mismo año en que Kominsky (aún solo Kominsky, apellido de su primer esposo) publicó, unos meses después, 'Goldie: a neurotic woman', cómic sobre el sufrimiento a causa de su cuerpo durante la adolescencia presente en el primer número del tebeo 'underground' 'Wimmen's Comix'.

¿Influencia sobre Robert Crumb?

Kominsky inició una relación con Crumb en 1972 y se casó con él en 1978, convirtiéndose por decisión propia en Kominsky-Crumb. Sería interesante una investigación sobre si la impúdica obra de ella tuvo que ver en el giro del tótem del cómic contracultural hacia una especie de psicoanálisis sobre su retorcida sexualidad. De lo que no hay duda es de que la expansiva Kominsky-Crumb fue decisiva para que los dibujos de Crumb entraran en la órbita del 'gran arte'; no es Crumb el más sociable y práctico de los artistas, por así decirlo.

Las dos últimas viñetas de '¿De qué sirve un callo?'.

Continúa: la autora rompió pronto con el colectivo feminista que publicaba 'Wimmen's Comix', al parecer a causa de su emparejamiento con Crumb. En su historieta de 1980 '¿De que sirve un callo?' Kominsky-Crumb aporta 13 razones por las que resulta despreciable, antes de responder con dos rasgos 'positivos' a la pregunta titular: "¡Su pasión desaforada y su arraigado masoquismo la convierten en el objeto sexual perfecto para algunos chicos!" y "le encanta ir de tiendas... siempre está comprando... ayuda a mantener a flote la economía... ¡El Callo es una buena ciudadana!" Hubo quien no le vio la gracia, especialmente a que esgrimiera la propia cosificacion sexual como una cualidad.

Cabecera de la historieta '¿De que´sirve un callo viejo y feo?'

Con un estilo expresionista y grotesco y un humor al que ella misma atribuía ascendencia judía, Kominsky-Crumb habla sin filtros sobre su cuerpo, su lujuria, sus defectos o la familia en la que nació y la familia que formó en 'Querido Callo', álbum que abarca 40 años de autorradiografías publicadas mayormente en cabeceras subterráneas. Sale de la clandestinidad y la sombra del genio Crumb un meteorito aún poderoso.


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