Juego de series

'The last of us': los videojuegos ya no son para niños

HBO consigue una de las mejores series del año, pese a partir del escollo de adaptar un juego de la Play y tratar un tema tan trillado como los virus apocalípticos

Imagen promocional de la serie de HBO 'The last of us'.

Imagen promocional de la serie de HBO 'The last of us'.

José Antonio Martínez Perallón

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HBO ha vuelto a hacerlo. Basta el visionado de unos pocos minutos de 'The last of us' para darse cuenta de que estamos ante un título llamado a ser una de las series del año y un clásico de la televisión. Un colosal episodio piloto de hora y media de duración, con una calidad que hacía tiempo que no veíamos y que invita a volver a este mundo apocalíptico que se nos va a ir presentando semana tras semana. Mientras se mantenga el mismo nivel, claro. Un soplo de aire fresco que nos recuerda por qué seguimos viendo series y por qué se convierten en una droga adictiva. Un mono que, por desgracia, nos hace seguir tragándonos bodrios en esa desesperada búsqueda del título perfecto, esperando que ésta sea la buena. Y 'The last of us' lo es.

La audiencia ha respondido, aunque parece que los datos no han sido tan redondos como los que tuvo La casa del dragón. La nueva serie partía con dos escollos que podían restarle espectadores: primero, ser una adaptación de un videojuego; y segundo, volver a tratar un tema tan trillado como es el de las distopías, los virus y los mundos apocalípticos. A mi todavía se me hace bola el solo pensar en sentarme para ver la temporada final de 'The Walking Dead'. El piloto de 'The last of us' no es el típico capítulo de presentación. A la media hora ya te ha enganchado. En realidad, yo ya lo estaba a los cinco minutos. Y eso que los guionistas de la serie nos avisan de que va a ser a partir del tercer capítulo cuando las cosas se van a poner serias y ya no podremos dejar de verla.

Tengo que confesarles que soy fan de Nintendo desde el momento en que vi una Game & Watch allá por los años 80. He visto cómo esta empresa japonesa se convertía en el gigante que es hoy en día y he comprado varias de sus consolas. ¿A qué viene esto? Pues que nunca he sido muy de la Play Station, la principal competidora de Nintendo. Más por falta de tiempo para buscar cosas nuevas que por aferrarme a una marca. Pero desde que conocí 'The last of us' siempre he acariciado la idea de comprar una Play para disfrutar de su historia, de la que he intentado conocer lo menos posible antes de jugarlo o de ver la serie para que no me hagan spoilers. No tenía ni idea de qué cambios podría haber introducido respecto al argumento de la obra original. El hecho de que HBO usara las mismas voces que habían doblado al castellano el juego para los personajes televisivos, tampoco podía tocarme la cifra sensible porque yo soy más de la versión original. Así que llegaba totalmente virgen a la serie. Y desde ya me declaro adicto a este universo de ficción.

Hubo un tiempo en que lo peor que se le podía decir a una serie o a una película de ciencia ficción (al menos yo lo hacía) era que parecía un videojuego de la Play, para criticar sus efectos especiales. Los videojuegos llevan años denostados y hasta hace no mucho se veían como un entretenimiento infantil. Sin embargo, siempre han estado muy ligados al mundo del cine y la televisión, con quienes han mantenido una relación casi simbiótica. La industria cinematográfica siempre se ha valido de la del videojuego para aumentar las recaudaciones de algunos de sus títulos más taquilleros. Pero tampoco tardaron en llegar las adaptaciones de algunos de los títulos más aclamados de la industria del entretenimiento electrónico que eran de creación propia y que les sirvieran de promoción para vender sus cartuchos. No se puede decir que hasta ahora esas adaptaciones hubieran salido muy bien. Todos recordamos títulos más bien mediocres, por no decir malos, como 'Mario Bros' o las películas de 'Tomb Raider'. O ese curioso caso en el que un capítulo de Pokémon causó una ola de ataques epilépticos en niños cuando se emitió en Japón. Al que hizo los efectos por ordenador se le fue la mano en la mezcla de colores en pantalla y pasó lo que pasó. Esta serie de anime fue un éxito y aun permanece en antena, pero el episodio de marras ha hecho cargar a la industria con in injusto estigma.

Y así llegamos al momento actual. Las series parecen lanzadas a buscar franquicias de las que sacar nuevos títulos y, claro, no podían faltar los videojuegos. Netflix, que está ampliando el modelo de negocio ofertando su propio catálogo de juegos a sus abonados, lleva un tiempo emperrada en buscar el título perfecto, pero sus resultados han sido más bien discretos. Todavía recordamos que su adaptación de 'Resident Evil' fue uno de los grandes fracasos de la plataforma, cancelada en tiempo récord, sin que ningún fan se haya atrevido a alzar la voz en señal de protesta. Todos lo entendieron. The Witcher es otro de esos títulos en los que ha invertido una millonada, pero que no está siendo tan rentable como esperaban. Ya sabemos que es una adaptación de una saga de novelas, pero fueron los videojuegos los que dieron popularidad a la saga. Otras series no han ido mal, como ha ocurrido en el campo de la animación con Arcane, Cuphead Cyberpunk y habrá que ver qué les sale de las versiones que tienen en cartera de 'Assassins Creed' o de 'Dark Horizon'.

Pero HBO ha dado un puñetazo encima de la mesa con su versión de 'The last of Us' en una producción escrita mano a mano por Neil Druckmann, creador del videojuego de Naughty Dog, y Craig Mazin uno de los responsables de la serie de Chernobyl, título que en su día dio grandes alegrías a la plataforma. La serie ha puesto el listón muy alto para futuras adaptaciones y ha demostrado que no tiene motivos para avergonzarse de cuáles han sido sus orígenes. Los videojuegos ya no están tan denostados y mucho menos se pueden considerar como algo destinado a un público infantil. Con un solo episodio, HBO ha conseguido lo que Netflix lleva años intentando.

La serie arranca con dos prólogos que nos ponen los dientes largos y hace que pronto estemos ansiosos por ver más. El primero transcurre en la década de los 60, donde vemos imágenes de un supuesto debate televisivo al más puro estilo 'Mad Men' con epidemiólogos hablando pitillo en mano de las amenazas de los futuros virus. Más de uno habrá tenido un déjà vu, de aquellos días no tan lejanos y en los que aún seguimos, donde expertos disertan en la pequeña pantalla sobre estos patógenos. Uno de ellos nos cuenta que el virus más peligroso es una especie de hongo que podría tener efectos devastadores pero ¡tranquilos! porque es inofensivo y para que pudiera tener efectos reales entre la población humana sería necesario que subiera la temperatura del planeta. ¿Qué podría salir mal? Recordamos que estamos en los 60.

A continuación, saltamos al año 2003 donde asistimos a una memorable secuencia de cerca de media hora de duración, en la que vemos cómo el mundo se va literalmente a la mierda. Los momentos más trepidantes del episodio donde, además de hacernos sufrir, nos arrancarán alguna lágrima. Desde el primer momento, vemos cómo lo que acaba siendo un día más para los protagonistas, se acaba transformando en su peor pesadilla. Cada vez es más frecuente eso de ver en las series de HBO aviones cayendo del cielo como primer síntoma de la llegada de una pandemia. La serie sitúa el año 2003 como el momento en que el mundo tal y como lo conocemos se acabó a causa de un virus que arrasó a buena parte de la población.

La trama da un salto de 20 años en el futuro para situarse en 2023, el año en que estamos ahora, pero en una realidad un tanto distinta. Un mundo totalmente deshumanizado a causa del virus y donde un Estado parafascista no duda en disparar indiscriminadamente contra la población civil con tal de contener y prevenir futuras infecciones. Parece que hay una resistencia en ciernes que utiliza un curioso código para enviarse mensajes a través de la radio. Si lo que oímos es una canción de los ochenta, el aviso es que se nos avecinan problemas.

El trailer de la serie ya usaba la música del grupo noruego A-ha y su ya inolvidable Take on me para tocarnos la fibra nostálgica. Pero es que el primer episodio acaba con uno de los mejores temas de Depeche Mode, Never let me down again. Otra de mis canciones favoritas. Con esa oferta musical y en un mundo donde el reggaeton ya no existe, a mi me tienen ya ganado. Hay que recordar que no es la primera que HBO recurre a estos dos temazos. La de A-ha ya la usaron en la temporada final de Leftovers, y la de Depeche Mode en la segunda de Euphoria.

El capítulo termina en el momento que todos los que hemos visto el trailer sabíamos que llegaría: cuando Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey) cruzan sus caminos. Nos espera una larga aventura en la que ambos se adentrarán en una norteamericana postapocalíptica. Soberbias las imágenes de Boston reducida a edificios en ruinas. Toca comerse las uñas para esperar nuevas entregas la semana que viene.