Crítica de cine

‘Pinocho de Guillermo del Toro’: marionetas y fascistas

Una adaptación de la novela de Collodi algo complaciente, repleta de excelentes ideas visuales, pero lastrada por sosas escenas musicales.

Un fotograma de 'Pinocho de Guillermo del Toro'

Un fotograma de 'Pinocho de Guillermo del Toro' / Netflix

Quim Casas

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Esta nueva versión de ‘Pinocho’ lleva el nombre de su director pegado al título para diferenciarla de otras lecturas cinematográficas de la popular novela de Carlo Collodi. Popular e igual libre de derechos, porque en los últimos tres años se han realizado otros dos filmes además de este, el de Matteo Garrone con Roberto Benigni como Gepetto y el de Robert Zemeckis con Tom Hanks en el mismo papel, el del creador de la marioneta de madera y larga nariz con conciencia humana.

No falta la secuencia en el interior de la ballena, aunque aquí se trate de una extraña criatura marina, más feroz aún que el cetáceo original, ni las mentiras que hacen crecer más y más el apéndice nasal de la marioneta viviente. Pero esta adaptación en ‘stop motion’ y números cantados se ambienta en otra época, la Italia de entreguerras, la que ve crecer el fascismo, lo que pone a Pinocho, Gepetto y el Grillo ante situaciones bien distintas a las imaginadas por Collodi en su libro de 1883.

La carga o contexto político, con todo, con la inclusión de las escenas dominadas por el fascista del pueblo y su obsesión en convertir a Pinocho en el soldado de madera invencible e inmortal, resulta insuficiente para dotar de mayor envergadura o personalidad a esta película algo complaciente, repleta de excelentes ideas visuales, eso sí, es un filme de Guillermo del Toro, pero lastrada por sosas escenas musicales.