Estreno en Temporada Alta

'Moriu-vos' combate el miedo a envejecer con un 'peepshow' de ancianos

La obra, protagonizada por veteranos del teatro y la danza, reivindica otras maneras de envejecer

Moriu

Moriu / Marta Garcia Cardellach

Marta Cervera

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Cuando uno es joven no suele pensar en la vejez. Pero, a medida que se acerca a ese momento en el que las primeras canas aparecen y los amigos empiezan a jubilarse, la mirada hacia los mayores cambia. La posibilidad de convertirse en uno de ellos asusta a la mayoría, en parte porque es una etapa vital de la que poco se habla. Las únicas noticias positivas que aparecen suelen estar relacionadas con una mayor esperanza de vida. Llegar a los 100 será más normal gracias a los avances en sanidad, en ciencia, a los buenos hábitos alimentarios y el ejercicio físico. Eso dicen. Pero, ¿para vivir cómo?

Esta es una de las preguntas que han llevado a un equipo multidisciplinar de artistas como la actriz Imma Colomer, el actor Otiol Genís, gente de la sanza como Montse Colomé y Arthur Rosenfeld y el mimo Piero Steiner, entre otros, a interpretar ‘Moriu-vos’, el nuevo proyecto de Cultura i Conflicte.  "Nos es ninguna tragedia", advierte el director Joan Arqué para que nadie se asuste con el título que hace referencia a la sensación que tienen muchas personas de edad avanzada.

Se estrena este jueves en el marco del festival Temporada Alta y recalará después, a partir del día 17 en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC).

El cuerpo tiene una importancia vital en esta propuesta con dramaturgia de Anna Maria Ricart y dirección de Joan Arqué, autores de ‘Encara hi ha algú al bosc’, también en el TNC. Si allí el video documental con mujeres testigo de la guerra de Bosnia fue clave, en este la danza juega un papel clave. Sol Picó se ha encargado de pilotar este apartado aunque tener como intérpretes a personas de edad, algunos profesionales, otros no. 

“No interpelamos a la gente mayor en este espectáculo. Les damos altavoz para hablar de nosotros”, apunta Arqué. La decadencia del cuerpo, los cuerpos no normativos, las casas cada vez más pequeñas donde es imposible convivir con los abuelos como se hacía antiguamente, el tabú del sexo en la tercera o cuarta edad, la soledad, la vida en las residencias, la familia, los cuidadores…. “Es un tema que no te acabas. Pero si algo marca la vejez es el cuerpo. Refleja la edad. Hemos querido trabajar a partir del cuerpo, en esa carrera contra el tiempo que afecta más a las mujeres”, resalta la dramaturga. Y apunta un detalle que ha constatado: son mayoría las estatuas de hombres mayores que en general representan la sabiduría y la experiencia. No ocurre igual con las mujeres.  

De la realidad a la utopía

Testimonios de gente con muchos años pero también de antropólogas, de doctoras, de cuidadoras, de familiares, de directoras de residencias han servido de base para crear una ficción muy real que combina teatro y danza. "Como nadie suele preguntarles y muchas veces deciden por ellos la obra refleja su visión, sus anhelos", dice Ricart. "El montaje viaja de una propuesta realista y figurativa a otra más onírica", añade el director. La propuesta se completa con una instalación fotográfica que se presentará en un 'peepshow' instalado en el hall del teatro donde se mostrará "todo aquello que consideramos obsceno en la gente mayor pero no en otras fases de nuestra vida".

Historias paralelas

La trama muestra en paralelo dos historias: la de una mujer que vive sola en un piso y la vida en una residencia. Parte del realismo para evolucionar hacia un mundo imaginario que permite mostrar otras maneras de enfocar la vejez.

“La coreografía reivindica la belleza del movimiento de un cuerpo mayor. He trabajado con gente que se ha dedicado toda la vida a la danza como Montse Colomé, Arthur Rosenfeld y Piero Steiner que ha hecho un trabajo físico importante, para hallar un lenguaje bueno para ellos. Hay bastante anarquía en el movimiento, he de reconocer, porque su cuerpo ya tiene una sabiduría. Ha sido un trabajo de orfebrería”, admite Picó.