Festival 42

Una Barcelona francesa, un espacio vietnamita: historia y fantasía

Aliette de Bodard y Jaume Valor presentan sus versiones alternativas del pasado y/o el futuro en el Festival 42

Ernest Alós

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A la hora de buscar una teoría unificada que englobe géneros tan diversos como el terror, la fantasía y la ciencia ficción hay quienes los engloba como distintas formas de ficción especulativa. Hay quien los agrupa como géneros no realistas, frente a los géneros miméticos (¿pero no abordan tantas realidades tan inmediatas como el cambio climático o nuestra caída en las redes?. Hay quien pone como única condición que un texto despierte el 'sentido de la maravilla', o que se desarrolle en lo que Tolkien definió como un "mundo secundario" (¿pero qué mundo de imaginación no es una versión del nuestro?). O quizá podríamos encuadrar en una gran familia a toda la ficción que plantee una realidad alternativa, en el tiempo, en el espacio, con distintas reglas físicas... o con un curso divergente de la historia que conocemos. Y aquí resultaría más cómodo encajar todo un filón narrativo, que imagina historias alternativas y que en el Festival 42 de Géneros Fantásticos de Barcelona ha tenido a dos representantes tan distintos como la francoestadounidense de origen vietnamita (e ingeniera informática) Aliette de Bodard y el arquitecto catalán Jaume Valor.

De Bodard ha escrito novelas de misterio situadas en el imperio azteca, otras en un París posapocalíptico y tiene un tercer universo literario en el mundo de Xuya: un futuro lejano en que la humanidad, culturalmente confuciana (gracias al imprevisto de que fuese China quien colonizase en su día América), vive en unas circunstancias muy distintas de las nuestras. De Bodard ha pasado por Barcelona con solo dos libros publicados en nuestro país, ambos pertenecientes a este último universo, dos antologías de relatos con distintos componentes -'Historias de Xuya' (Redkey, en castellano) y 'La mestra del te i la investigadora' (Mai Més, en catalán)-. Naves gigantescas que alojan una IA de origen humano, humanos con herencia cultural vietnamita que albergan implantes donde se almacena la memoria de decenas de ancestros que siguen dando consejos. Ese mundo, dice, le permite "hablar de la diáspora, o de las dificultades para comprenderse entre distintas generaciones".

"Haber crecido entre dos culturas me ha dejado la idea de cómo en distintas culturas hay principios y valores diferentes, empezando por lo que solemos dar por sentado. Eso me lleva a escribir de personas en el futuro para quienes todo es distinto, con distintas tecnologías que implican otros valores", explica De Bodard.

En su caso, además, navega sobre una ola que reivindica una fantasía con referentes asiáticos en lugar de los lugares comunes del mundo clásico occidental o la Edad Media europea (aunque sus relatos son revisiones de novelas detectivescas de Sherlock Holmes y Arsène Lupin). Una tendencia en auge pero que, teme, solo tiene ojos por encontrar nombres nuevos y no por consagrar autores con continuidad.

Jaume Valor ya imaginó una Roma tecnificada de forma precoz en su trilogía de 'La República pneumàtica', prepara una ucronía situada en la Transición y acaba de presentar en el nuevo sello Specula 'Les causes invisibles', en que Catalunya de 1820 (convertida en la república de El Comú) es un satélite de la Francia resultante de la muerte temprana de Napoleón y la toma del poder por Fouché, que desarrolla un régimen policial implacable.

Leer la biografía que Zweig dedicó a Fouché, ministro de policía de Napoleón y de la monarquía, represor con los jacobinos, fue lo que le inspiró. "La figura del malvado pero con motivaciones, del sanguinario que sobrevive a cuatro regímenes; cómo en los idealismos está la semilla del totalitarismo", explica. Pero en una realidad alternativa. "Inventar un mundo que te sirva para reflexionar, desmontar un mecanismo hasta que retiras una pieza que hace que no funcione y te expliques por qué", un ejercicio intelectual por un lado y una excusa para la aventura por otro. El fecundo 'Y sí...'

Catalunya independiente

En este caso, además, una Catalunya independiente que pasa a depender de otros (y tiranizada por el cuerpo policial controlado desde París, los Ojos, entre Gestapo e Inquisición laica. "La pregunta es qué quiere decir ser independiente cuando debes llegar en cambio a otros pactos". Por cierto, descubrí que ese concepto que atribuía a Goebbels, que ningún ciudadano tiene nada que esconder ha de temer que la policía descubra nada, resulta que ya lo formuló Robespierre.

A pesar de situarse en el siglo XIX, Valor rehúye el 'steam punk', una ambientación victoriana que encuentra "muy formal, estilística y fantástica". Es necesario, reconoce, alimentar "el sentido de la maravilla", pero lo hace avanzando en el tiempo tecnologías (los aerostatos, la electricidad aun sin este nombre) en un tiempo que ·"la palabra ciencia no existe y se habla de filosofía natural o de alquimia".

Y más nombres

Pero no todo se acaba aquí: por el festival pasaron también Daniel Genís Mas (viajes desde el Al Andalus del siglo XII en 'Uns déus ferotges', Carles Batlle con 'Kàrvadan' (un guerrero japonés en la Tercera Guerra Carlista) Albert Font con 'L'hereu de la mort', en una imaginaria ruta de la seda y Clara Rodríguez ('Piel de mariposa') en una América del siglo XVIII con elementos fantásticos.

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