Cierre de una trilogía sobre el incesto

Christine Angot: "La literatura es el arte del silencio, y el silencio es libertad"

La escritora francesa publica 'Viaje al Este', novela autobiográfica en la que regresa al tema que articula su literatura: el incesto

Angot

Angot / Rachael Woodson / Flammarion

Desirée de Fez

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La novelista y dramaturga francesa Christine Angot ha dedicado parte importante de su obra a escribir sobre el incesto, y ha escrito desde su experiencia: con 13 años sufrió los abusos de su padre. Es el tema central de El incesto (1999) y recorre la trilogía que forman Una semana de vacaciones (2012), Un amor imposible (2017) y Viaje al este. En esta última, que acaba de publicarse en España, cruza sus miradas de niña, adolescente y adulta para explicar lo que le sucedió. Directa, concisa y dolorosa, su novela autobiográfica trasciende lo personal para apelar a la responsabilidad colectiva.

Sus novelas trascienden la experiencia personal para convertirse en espacios en los que el lector se encuentre y proyecte. ¿Cómo concibe su escritura para que eso suceda?

El elemento que llamamos personal nunca está separado de una conciencia común, que es social e íntima a la vez. Es difícil vivir lo personal, precisamente porque tiene un sentido social. Siempre que se trata de una mujer o de un niño, se tiende a circunscribir el acontecimiento a la esfera personal, corporal, sexual, doméstica, familiar, y a aislarlo de la esfera política y de la lógica social. En la escritura, las dos esferas no son separables, porque están intrincadas en la conciencia de la narradora, de cada uno de los personajes. Concibo mi escritura como una obligación de ver y de escribir las cosas. Lo que son. Cómo ocurren. Quién hace qué. Y obviamente lo real, tomado al pie de la letra, con todo detalle, es novelesco.

Una cosa muy interesante de sus libros es cómo marca la distancia respecto a los hechos narrados. En Viaje al este la protagonista sufre y, a la vez, observa lo que le sucede desde cierta distancia.

Cuando la protagonista sufre, sabe muy bien lo que le ocurre. Se esfuerza por no “pensarlo”, por abstraerse, por sobrevivir. Espera el futuro, la edad adulta; conserva la confianza, menoscabada, pero no completamente quebrantada. Está ocupada creciendo. Pero aun así, lo ha visto todo, lo ha vivido todo, todo está grabado, observado, disponible, y podrá volver sobre ello. La narradora, por su parte, tiene la obligación de pensar y de ver las cosas para poder describirlas. Hay dos tiempos. Como mínimo.

Hay algo extraordinario en cómo trabaja usted la memoria en Viaje al este. En el relato se mezclan las voces de la protagonista en distintas etapas de su vida. ¿Fue difícil encontrar esa convivencia de voces que en realidad son la misma?

Desde luego. Ahí radica toda la dificultad del trabajo. Sólo cuando encuentro esa nota tengo la sensación de que empiezo a escribir la obra de verdad. Aunque lleve meses, o a veces años, trabajando en ella, “buscándola”.

Últimamente, los libros (y las películas) se analizan casi exclusivamente desde el tema, sobre todo si relatan experiencias autobiográficas y abordan temas duros. Usted ha escrito sobre el incesto en varios libros. ¿Le molesta que le pregunten más por las experiencias que explica que por cómo las convierte en literatura?

Siempre intento responder a las preguntas que me hacen. Comprendo que me hagan preguntas sobre el “tema”, y las contesto. Pero la psicologización es otra historia. Y es cierto que no la aguanto bien. Por lo general, frente a este tipo de preguntas, desvío la conversación. El fenómeno que describe aspira a privar a la obra misma de su capacidad de análisis, algo indisociable de las palabras y de la composición de la novela, y reducirla a un tema, que se pretende analizar a través de la discusión. Pero no. Lo que se puede hacer y transmitir en literatura no se puede hacer en el discurso corriente.

Viaje al este es su novela más concisa y contenida. Tengo la sensación de que cada uno de los libros en los que aborda el tema del incesto (El incesto, Una semana de vacaciones, Un amor imposible o Viaje al este) pedía ser escrito de manera distinta.

Los libros que menciona no recogen los mismos sentimientos ni las mismas visiones, la narradora no es la misma. Aunque se haya formado a partir de mi propia persona, en cada libro es otra, ve otra cosa. Como en la vida, nunca vemos todos los aspectos de algo al mismo tiempo. Es como una luz que se mueve sin cesar e ilumina la realidad de maneras diferentes. La narradora de Viaje al este accede a pensar, no está instalada en la rabia, como en El incesto, ni en la ausencia, como en Una semana de vacaciones, etc. Todo es recolección y, a la vez, presente.

Es usted una de las autoras que mejor escribe el silencio. Viaje al este es tan impresionante por lo que cuenta como por cómo aborda literariamente el silencio que suele desplegarse en torno a situaciones tan terribles cómo la que relata.

La literatura es silencio. Es el arte del silencio. Eso es el arte de escribir. Y el silencio es la libertad, porque habla por sí solo.

Hay algo muy físico en Viaje al este. El cuerpo que sufre, que reacciona, que se siente invadido está siempre en primer plano. ¿Cómo consigue esa corporeidad?

Soy paciente. Espero. Escucho. Me empeño. Busco. Profundizo. Pero, sobre todo, escucho. Escribo, leo, releo, reescribo, releo, etc. Tardo mucho. Es un proceso largo. A veces demasiado largo para mis editores, que ya tenían fecha con el impresor.

Acaba de estrenarse Fuego, película en la que Claire Denis adapta su novela Un tournant de la vie (inédita en España). Y en 2017 escribió usted con ella el guion de Un sol interior. ¿Cómo fue trabajar con Denis?

Lo que más me gustó es poder aportarle la vitalidad del diálogo. Me alegré de que pudiera experimentarla.

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