Crónica de concierto

Antònia Font multiplica sus poderes en el Palau Sant Jordi

El grupo mallorquín se reafirmó como el más determinante del pop en catalán moderno en un emotivo concierto en el que recorrió 37 canciones, con citas a su disco de reunión, ‘Un minut estroboscòpica’

Pau Debon, en el concierto de Antònia Font, en el Palau Sant Jordi

Pau Debon, en el concierto de Antònia Font, en el Palau Sant Jordi / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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En los días en que crearon sus hitos se movían por teatros y salas medias, y una década después, este sábado, tuvieron en cambio un Palau Sant Jordi con 15.000 simpatizantes a sus pies. El tiempo, ese factor transformador, ha jugado a favor de Antònia Font, el grupo que elevó el pop en catalán hasta las más altas esferas cósmicas rompiendo a su paso barreras lingüísticas y prejuicios.

Sus metáforas con vistas a bóvedas celestes e ingenios robóticos señorearon en un escenario tocado por antenas parabólicas, guiño retrofuturista simpático para un quinteto que no necesitaba de mayores aditivos para conectar (y lo hizo, pese a que la sonorización no fue la más óptima de su vida). En su día, Antònia Font no solo dejó huella en una generación de público, sino también en las bandas, como Da Souza, que abrió la noche recorriendo su flamante ‘Dies d’attrezzo’, canto pop a la imprevisión de la vida moderna presto a un imaginativo tropicalismo balear.

Por voz interpuesta

Y con Antònia Font, honores para ese cantante, Pau Debon, que se ha pasado todos estos años reservando su voz para el grupo, con su camiseta negra, sus vaqueros y su modo de conmovernos sin que se note el cuidado. Esa naturalidad acaso curtida en tantas fiestas de pueblo: “quina burrada!”, exclamó a la vista del gentío. A su derecha, el impertérrito Joan Miquel Oliver, autor de los clásicos y de las piezas nuevas, como la que titula su disco de reunión, ‘Un minut estroboscòpica’, proa de la sesión. Material fresco (siete citas) que incluyó algunas de esas comprometedoras canciones de amor, como ‘Amants perfectes’, que Oliver, tímido confeso, se aviene a componer porque sabe que no será él quien deberá cantarlas.

Para una buena parte de la audiencia debió de ser la primera ocasión de degustar en directo de temas como ‘Armando Rampas’, odisea en el espacio, o ‘Vos estim a tots igual’, adorable himno animalista; esbeltas y hermosas como en los viejos tiempos. En ese repertorio de 37 piezas (16 más que en el festivalero estreno en el Primavera Sound) se pudo apreciar el amplio espectro del grupo, capaz de combinar un vals con aspiraciones de reggae como ‘Vitamina sol’ con el metal-rap de ‘Astronauta rimador’ y el solo vocal de ‘Cartes a Ramiro’.

Lazos emotivos

Pero la personalidad de Antònia Font nunca se asentó en unos géneros, sino más bien en un modo de manejarlos y de fundirlos con esa mallorquinidad vulnerable y traviesa, con sus ironías a cuenta del folclore turístico (de ‘Holidays’ a ‘Islas Baleares’), su melancolía (introspectiva en ‘Dins d’aquest iglú’; expansiva y coral en ‘Alegria’) y su fascinación por héroes y pioneros (‘Miquel Riera’, ‘Batiscafo Katiuscas’). Cancionero que, aunque Oliver se haga el distante, apunta hacia el establecimiento de inmisericordes lazos emotivos con el público: el hilo que conectó uno de los mejores temas nuevos, ‘Venc amb tu’, con el rescate fetiche de ‘Viure sense tu’, que cerró la noche.

Antes, desfilaron en cascada todos los trofeos deseables que esperaban turno, como ‘Clint Eastwood’, ‘Alpinistes-samurais’ y ‘Wa yeah!’, y la historia de amor sobre hielo de ‘Calgary 88’, tensando más las fibras sensibles. Antònia Font, rompiendo la cuarta pared y el público, apurando el momento sabiendo que este retorno podría ser un visto y no visto. “S’estan superant totes ses nostres expectatives”, deslizó Pau Debon, y en su cara se podían leer sus deseos de que esto no se acabe aquí.

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