Entrevista

Clara Segura: "La empatía no tiene sexo, pero se nos ha educado en que cuidar es algo más de mujeres"

La popular actriz lleva a escena el fenómeno editorial de 'La trena' con Cristina Genebat, Marta Marco y Carlota Olcina en el Teatro Goya

BARCELONA 07/09/2022 Barcelona. Clara Segura dirige 'La trena', una historia de mujeres donde también actúa. Retratos. FOTO de ZOWY VOETEN

BARCELONA 07/09/2022 Barcelona. Clara Segura dirige 'La trena', una historia de mujeres donde también actúa. Retratos. FOTO de ZOWY VOETEN / ZOWY VOETEN

Marta Cervera

Marta Cervera

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A sus 48 años, con muchos premios y éxitos a sus espaldas en el teatro y la televisión, la actriz Clara Segura dirige por primera vez la adaptación teatral de una novela, 'La trena', un fenómeno editorial la escritora francesa Laetitia Colombani, una historia de mujeres valientes. Segura ejerce como narradora entre las protagonistas de Sicilia, India y Canadá interpretadas por Cristina Genebat, Marta Marco y Carlota Olcina, en el Teatro Goya.

‘Les noies de Mossbank Road’, un montaje también 100%  femenino que dirigió Silvia Munt y protagonizó con casi todas la intérpretes de ‘La trena’, dejó muy buen recuerdo. ¿Ha influido en el interés que la obra ha despertado entre el público?

-Se han juntado varios factores. Por un lado volver a formar ese equipo al que se ha sumado Carlota (Olcina). Por otro, mucha gente ha leído la novela y quiere ver la obra. Puede interpelar también a los hombres pero sobre todo interpela más directamente a las mujeres. Es una historia de tres mujeres de tres culturas diferentes. Hay obras fantásticas escritas por hombres. Moawad y Lorca son dos ejemplos y siempre me ha sorprendido lo bien que nos entienden y nos reflejan en sus obras. Pero cuando una autora, una dramaturga o una guionista de cine habla de lo que nos ocurre a nosotras lo hace desde una óptica diferente. Las creadoras ponen la lupa en otros sitios. Además, en ‘La trena’, que en el fondo no deja de ser un cuento, las tres protagonistas son mujeres y eso no es muy habitual en los cuentos tradicionales que solemos explicar a nuestros hijos.

¿Cómo surge la idea de llevarla a escena?

Todas las chicas de 'Mossbank Road' (ella, Cristina Genebat y Marta Marco) cuando nos volvimos a reunir por primera vez tras el confinamiento habíamos leído el libro y nos había encantado. Marta fue la primera en sugerir que lo lleváramos a escena. Adaptarlo no ha sido fácil pero teníamos la necesidad de volvernos a encontrar en escena con un proyecto interesante. No hay tantas obras de estas características. Es raro hallar obras con tres protagonistas y de nuestras edades. El objetivo era hacerlo todo nosotras. Hay tres roles principales que interpretan Marta, Cristina y Carlota. Ellas, además, también se ocupan de los roles secundarios. Ese era otro de los desafíos de esta propuesta que planteamos como un juego teatral.

Debe ser agotador.

Bastante. Yo ya lo había experimentado con ‘Cobertura’, que hice con Bruno Oro. Aunque era otro tipo de género, aquello me había servido para transitar del rol de actriz al de directora y compaginarlos porque allí también actuaba. Pero allí había solo comicidad y aquí has de explicar una historia emotiva y emocional que habla de la empatía entre las mujeres.

"La empatía no tiene sexo. Pero se nos ha educado que cuidar es algo más de mujeres. Debe cambiar"

¿Nacemos con ella?

Yo creo que desde niñas es algo que notamos. Y los niños también. Hay gente más empática que otra, con una facilidad para captar cómo se sienten los otros. Yo que desde muy pequeña me apoderaba de los dramas de otros. En el fondo, es el origen del trabajo de un intérprete: empatizar con el personaje y hacer tuyos los problemas de una persona que no eres tú.  

¿Es más de mujeres?

La empatía no tiene sexo. Pero en general se nos ha educado o hemos sentido que cuidar es algo más de mujeres que de hombres. Eso debe cambiar.

¿Sus hijos lo vivirán diferente?

Por suerte se ha cambiado de dirección bastante radicalmente en los últimos años. Por ejemplo, en la escuela celebran el Día del autismo y todos se ponen gafas azules para que entiendan que hay personas que ven el mundo de un color diferente. El auge del feminismo tras el #MeToo y La Manada hizo decir 'basta' a las mujeres; ahora no podemos ir hacia atrás. Hay cosas que había normalizado y que ya no tolero. Aunque queda mucho trabajo por hacer, las cosas están cambiando.

¿En qué lo nota?

En mis hijos, por ejemplo. Ellos mismos preguntan: ¿por qué esto es rosa? O, ¿por qué en el catálogo de juguetes no sale una muñeca vestida de bombero? Todo está cambiando. Ahora el deporte femenino interesa. El Barça femenino es un ejemplo. Estábamos preparados para asumirlo pero los cambios sociales necesitan tiempo para asentarse. Como mínimo, ya hablamos de la existencia de muchos géneros. De que puedes sentirte hombre en un cuerpo de mujer y viceversa. Empezamos a aceptar una diversidad donde lo masculino y lo femenino no están tan definidos. La defensa de los derechos de todos es algo que deberíamos perseguir como sociedad.

-¿‘La trena’ ha exigido mucho más que la comedia 'Cobertura', el primer montaje que dirigió?

-Ha sido distinto. En ‘Cobertura' solo éramos dos. Ahora la complejidad es mayor y no habría podido hacer ninguno de los papeles protagonistas. Sería imposible. ¡Bastante tengo con hacer de narradora!. Estar dentro y fuera de la escena es complicado. Por suerte, la obra está muy bien adaptada por Cris y Marta. Ha sido un proceso muy orgánico. La dramaturgia y los personajes estaban claros. Eso ha ayudado a tejer muy bien las historias utilizando a veces la voz en ‘off’ y otros trucos. Estaba todo muy bien medido. La dramaturgia estaba muy bien encarrilada el reto ha sido hallar imágenes e ideas para coserlo todo.

¿Cómo ha planteado la escenografía?

Teníamos claro que no podíamos partir de algo concreto, necesitábamos un espacio de concepto, abstracto, para poder vehicular las tres historias. No podíamos casarnos ni con Sicilia, ni con India ni con Canadà, los tres países donde transcurre la acción. Con la gente de Cube había estudiando en el Institut del Teatre y me gustó su propuesta porque es austera, conceptual. Al principio, fue un reto el no poder tener ni una mesa ni una silla en escena obliga a trabajar de otra manera. Ciertas limitaciones te hacen crecer porque buscas soluciones y acabas trabajando de otra manera. Nos hemos mantenido fieles a su idea y ha sido un acierto. La idea es explicar la historia de manera sugerente. Las imágenes proyectadas acotan, pero no convivimos con ellas, solo sitúan al espectador.

¿Por qué le ha interesado tanto libro?

En el fondo son tres historias duras de tres mujeres en tres partes del mundo pero envían un mensaje positivo al final. Habla de la empatía. El hecho que ellas hayan de hacer un esfuerzo más por el hecho de ser mujeres tiene una sororidad con la que conectas. Teje hilos invisibles entre las mujeres porque en el fondo todas luchamos en nuestro día a día por ser más libres.

La libertad también es una utopía ¿Quién es libre realmente?

La libertad es un anhelo. Conocemos esta parte del universo y por tanto somos libres. Ya pero hay otras partes que no conocemos. Hay algo filosófico. Pero eso no quita que el mundo pudiera ser diferente si hubiera más empatía.

¿Qué otros proyectos tiene a parte de 'La trena'?

Voy a estar en la segunda película de Elena Martín ‘Creatura’. Está centrada en el deseo y la sexualidad femeninos desde que eres una niña hasta que llegas a los 30 años. Me interesó mucho el guion porque hablamos poco de ello. Por eso, aunque se solape en parte con 'La trena' he querido estar en ella. A parte tengo más proyectos en el aire con buena pinta.

Se acerca a los 50: ¿Va a dirigir más a partir de ahora?¿Quiere hacer más cine?

Lo que quiero es seguir contando buenas historias en el medio que sea. Es cierto que ahora he descubierto cómo participar en ellas desde fuera y es apasionante. La sensación que tienes desde dentro es maravillosa pero desde fuera es diferente. Además, entiendo perfectamente a las actrices que están en escena. Para mí dirigir no es un cambio, es una evolución que me permitirá seguir en mi camino con más clarividencia. Me acerco a los 50 y es la edad perfecta porque ya tienes una opinión y quieres respetarla. Llevo 30 años aceptando y rechazando proyectos que han trenzado mi camino y eso también me interpela.

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