Marcel Bagés y David Soler: un aventurado homenaje a Pink Floyd en el Altaveu de Sant Boi

Que la oferta del Altaveu de Sant Boi no se puede confundir con la de una fiesta mayor quedó, de nuevo, bastante claro con el aventurado homenaje, este sábado, a ‘The dark side of the moon’, de Pink Floyd, oficiado por Marcel Bagés y David Soler. Un álbum este, publicado en marzo de 1973, que, recordémoslo, tuvo un colosal impacto cultural (se mantuvo en el Top 100 de los discos más vendidos en Estados Unidos durante 962 semanas, más de 18 años), dejando una estela influyente en campos que van del rock a la electrónica.

Los orígenes de este concierto se sitúan tres años atrás, cuando David Soler, tercer vértice del dúo formado por Maria Arnal y Marcel Bagés, llegó a presentarlo en el Auditori, aunque en un formato distinto: con Bagés, un trío de músicos y la única voz de Arnal. En la plaza del Ajuntament de Sant Boi, tomó un cariz más maquinal: sintetizadores modulares, el secuenciador Octatrack y un Moog puesto al día, más el toque de guitarra Les Paul a cargo de Soler, pupilo espiritual de Robert Fripp y Frank Zappa. Efectivos que extendieron la pasarela para el lucimiento de tres cantantes, empezando por Nico Roig, alzando la voz en ‘Breath’, en una posición muy distinta a la que nos tiene acostumbrados.

En un mar de crujidos

Bagés y Soler ofrecieron una mirada al álbum que realzó su aura misteriosa, con fibras electrónicas retrofuturistas y cirugía digital con vestigios de ‘glitch’ (ruidos de las entrañas del aparato) y de minimalismo industrial. Ahí, ese fondo acaso deshumanizado contrastó con la emotividad de las voces: Alba Carmona (ex-Las Migas), imponiendo su arte con muy sutiles pellizcos ‘jondos’ en ‘Time’ (la única versión en castellano de la noche), y teniéndoselas con el vuelo libre de ‘The great gig in the sky’, emulando a la (insuperable) Clare Torry. Y de ahí al tintineo de la caja registradora de ‘Money’, el tema más agradecido de la sesión, con Maika Makovski imponiéndose sobre el mar de crujidos y asistiendo a una deriva ‘trance’ digna de Orbital.

Ahí estaban, en el subtexto, o flotando sobre la plaza, los grandes temas que el grupo abordó en el álbum: el tiempo, el dinero, la muerte, la insalubridad mental. Fondo de desamparo al que sacó partido Roig en ‘Us and them’, antes un ‘Brain damage’ rico en graves, bien defendido por Makovski, y el fundido a tres voces de ‘Eclipse’. Operación felizmente consumada, que ilustró el poder telúrico de largo alcance que conserva ‘The dark side of the moon’ y su disposición para inspirar aventuras con vida propia.