Crítica de música

Llibert Fortuny, Mamani Keita y Oleandole: bocados de realidad

El Mas i Mas Festival se despidió el miércoles en Paral·lel 62 con una fiesta de jazz, funk y flamenco

Mamani Keita

Mamani Keita / EPC

Roger Roca

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El Mas i Mas Festival, que cada verano levanta la persiana cuando el resto de festivales la bajan, cierra cada edición con una juerga. Y aunque no esté en la lista de invitados, la realidad, en las juergas, se cuela por todas partes. La de este año iba a tener hasta cuatro conciertos, aunque a última hora falló uno de los platos fuertes. El saxofonista británico Soweto Kinch, jazzman potente y con carga política, no pudo volar a Barcelona por un incidente con su pasaporte que según contó Kinch en redes sociales, tuvo su origen en el trato discriminatorio y racista del personal de tierra de la compañía Ryanair. Eso sí, los organizadores prometieron traerle al Jamboree lo antes posible.

Abrió la noche Llibert Fortuny, el saxofonista que hace veinte años incendiaba las jam sessions más potentes de la ciudad, las WTF del Jamboree, pero que de la noche a la mañana prácticamente desapareció del mapa. El miércoles en Paral·lel 62 Fortuny parecía el de las WTF. Los efectos de sonido que hinchan el bufido de su saxo como si fueran asteroides son más sofisticados, pero él es el de siempre: gas a fondo, entusiasmo y muchas curvas. Fortuny hacía pareja con un batería de esos que parece que tengan cuatro manos, el húngaro Grego Borlaï. "Grego pasó la pandemia atrapado en un lugar en el que no quería estar", dijo Fortuny, "¡y ahora vive en Barcelona!". El saxofonista, exultante, se abrió al público con una sinceridad emocionante. Habló de sus años lejos de los focos, de lo que significa tener pocos conciertos -"solo cuatro este verano"-, y de las ganas de volver a dejar su marca en una ciudad en la que hay "muchos cocineros y pocas cocinas". O sea, bien de músicos, mal de espacios en los que tocar. 

Simbiosis

Tras el vendaval de Fortuny llegó Oleandole, un cálido y sólido encuentro entre flamencos de ley y músicos de jazz de primer nivel como Albert Bover y Martí Serra que "no es fusión, es simbiosis", puntualizó el percusionista Ramon Olivares, ideólogo del proyecto. Tótems del jazz como Wayne Shorter y Charles Mingus por bulerías, pero también Dionne Warwick -'I say a little prayer'- aflamencada, Oleandole es la voz de una Barcelona mestiza que ya no llena titulares pero que por suerte existe y resiste. Su primer disco, en versión provisional y no disponible online, se podía comprar solamente a la salida. Cosas de ser underground. 

El rapero y poeta norteamericano Mike Ladd sabe bien qué es vivir en los márgenes. Tras unos primeros discos que eran como un puñetazo, desapareció del radar y ahora vive en París, donde hace equipo con la banda Arat Kilo: unos franceses fanáticos del jazz etíope que han encontrado en Ladd y en la cantante de Mali Mamani Keita el carisma, el mordiente y el desparpajo que necesitaban. En la sala apenas nadie les conocía pero su groove contagió a todo el mundo. Las letras políticas de Ladd se perdían entre tanta algarabía, pero fue un mal menor. Alegría, imprevistos y bocados de realidad. No es poco para una fiesta de despedida.

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