Libro y exposición

La Costa Brava de los cruceros turísticos

El fotógrafo Jordi Puig, el artista visual Àlex Nogué y el escritor Víctor Sunyol recorrieron durante cinco días el litoral gerundense, de norte a sur, a bordo de este tipo de embarcaciones, de incógnito entre sus usuarios: uno libro y una exposición en Tossa de Mar muestran el resultado del proyecto

Un grupo de personas subiendo a una embarcación desde una playa de la Costa Brava

Un grupo de personas subiendo a una embarcación desde una playa de la Costa Brava / Jordi Puig Castellano

Alfons Petit

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La mañana del 26 de agosto de 2019, tres creadores (un fotógrafo, un artista visual y un escritor) subían en un barco turístico a Cadaqués para realizar la ruta del cabo de Creus y las calas de la zona. Esta sería el primero de una serie de viajes encadenados realizados en barcos de excursiones turísticas durante cinco días para recorrer la Costa Brava desde el cabo Creus hasta Blanes haciendo "vida de turista en los pueblos y en los hoteles".

Con estas palabras que resumen tan claramente su esencia, comienza 'No exit. La costa Brava de norte a sur en cruceros turístico' (Ursula Llibres), el resultado en forma de libro del proyecto que Jordi Puig (el fotógrafo), Àlex Nogué (el artista visual) y Víctor Sunyol (el escritor) pusieron en marcha esa mañana del 26 de agosto del 2019.

El primer recorrido en barco es por Cadaqués y el segundo, en Roses, antes de acostarse en un hotel de esta localidad, donde se fotografiarían delante de una puerta que lucía un cartel de "No exit" (Sin salida) que finalmente se convertiría en el título del libro. Este proyecto, además, que tiene un segundo resultado tangible: una exposición con el mismo título y el mismo material que se puede visitar en el Museo Municipal de Tossa de Mar hasta octubre.

"Los tres nos conocemos desde hace tiempo y hace años que le dábamos la vuelta a hacer algo, juntos, pero no encontrábamos el momento para que vayamos los tres muy liados", explicaba hace unos días el fotógrafo Jordi Puig sobre la génesis de 'No éxito'. Hasta que llegó un día en que "nos sentamos y hablamos en serio. Y entre varias ideas, como la de encerrarnos en una celda del Monasterio de Montserrat y en ver qué pasaba, salió esta otra de los cruceros, que como tiene un punto de irreverente a mí me interesa mucho... Y después de unos días de darle vueltas, nos decidimos".

Cadaqués, punto de partida

Y no prepararon mucho. Quedaron que se encontrarían en Figueres. Cada uno llegó como pudo, y desde allí tomaron un autobús hacia Cadaqués, donde arrancaba la ruta: "En realidad tenía que empezar en Argelès, porque sabíamos que un día en la semana hay un barco de Argelès en Cadaqués que debe ser chulísimo, pero ese día por mala mar no salió. Es una de las cosas que tiene la navegación, y estos días hemos descubierto otras muchas".

El punto de partida fue, pues, Cadaqués: "Fuimos cada uno con su mochila y sin haber decidido qué trabajo haríamos, ni cómo lo repartiríamos. Y al final lo que puedo acabar pasando es que yo me dediqué a mirar, Víctor se centró más en la observación del mar desde un punto de vista más artístico, y Víctor iba escuchando y grabando conversaciones con una grabadora", explican los autores.

Esta distribución de funciones se nota en 'No exit', tanto el libro como la exposición, con las fotografías de Jordi Puig marcan una suerte de línea temporal de continuidad en la que de vez en cuando se intercalan creaciones de Àlex Nogué en forma de collages con el mar siempre presente, y también de vez en cuando, sin ningún orden aparente, aparecen textos de Víctor Sunyol que tanto pueden sus reflexiones -"en el mismo pequeño espacio de mar coinciden nuestro barco, una barca de vela, una canoa rápida y un kayak. ¿Qué pensarán unos de otros?"-, como fragmentos de conversaciones grabadas en los barcos, como listas de cosas vistas y de cosas no hechas « Aquel chaleco, ¿para qué sirve? ¿Esto? Por alas propinas», dice uno de los diálogos recreados. Y otro: "Van haciendo anuncios de ‘no bebas’ y después ponen chabolas". Uno más: "Que los pongan, pero sin alcohol. Que no les engañen", que termina con la respuesta "No, si lo que quieren es alcohol".

Para poder trabajar así, lo primero que hicieron los tres fue ir absolutamente de incógnito durante cinco días, tratar de pasar del todo desapercibidos. Y para Jordi Puig, esto fue muy importante: "El primer ejercicio que hicimos, y lo reivindico el de todo, es sacarnos la cantidad de prejuicios que tenemos sobre este tipo de cruceros. De repente éramos nosotros los turistas, claramente en nuestro territorio".

El proyecto 'No exit' ha tenido que vencer un obstáculo inicialmente no previsto, la pandemia: "Hicimos el viaje en agosto del 2019, cada uno de los tres empezó a trabajar en su parte, y de encima se detuvo todo, y aquél paraíso perdido de la Costa Brava, como se le ha bautizado, tan bonita y tan destrozada, incluso ésta desapareció, un paraíso doblemente perdido".

Pero ahora que el proyecto ya ha visto la luz en forma de libro (con prólogo de la historiadora del arte Glòria Bosch) y de exposición, Jordi Puig habla de esa experiencia, y lo hace valorándola de forma muy positiva: "Es una forma muy chula de seguir la línea de la costa, pero en cambio es un medio que no lo utiliza tanta gente". Puig reivindica estos barcos precisamente por su carácter popular, sin glamour: "Son para la gente normal, son actividades para la plebe".

El yoga del horizonte

"La experiencia -escribe Víctor Sunyol en el mismo sentido- fue acompañada de una sensación placentera, de bienestar, y, al fin y al cabo, de admiración hacia una actividad común y compartida con todo tipo de gente con personalidades y objetivos bien diferentes -grupos familiares, grupos de jóvenes o jubilados, turistas de forfait...".

Jordi Puig añade que "es un mundo, fascinante, a reivindicar, que además presenta la curiosidad de que el barco se convierte en una especie de espacio de descompresión. Lo ves de forma muy clara, porque la gente sube al barco de una manera y cuando vuelve está más relajada... Diría que mirar en el horizonte es como dar una clase de yoga".

Y sin embargo, es un negocio que va de baja: "Cada vez que he hablado con gente que se dedica te lo dicen... Y quizá tenga que ver con esa falta de glamour, con ese pensar que se trata de algo obrera. Pero precisamente por eso hay que reivindicarlo, porque es mucho más popular. Es mucho más sostenible uno de esos barcos que 35 barcas pequeñas".

La capacidad de los cruceros, y sus recorridos, varían mucho. No hay ninguna en la actualidad, eso sí, que enlace el norte y el sur de la Costa Brava de forma directa: "Hay algunos barcos de diferentes empresas que se mueven entre el Cap de Creus y l'Estartit, y después tienes que saltar a Palamós para encontrar a otros. Hay uno que como un autobús, va de Platja d'Aro a Blanes, haciendo paradas cada media hora, y tú puedes subir y bajar donde quieras".

Las barcas que realizan estos servicios son muy variadas, desde las de grandes dimensiones que pueden llevar hasta 250 pasajeros, hasta las pequeñas que no admiten más de una docena una quincena. Éstas son las que tienen el fondo de cristal para ver el fondo del mar, o las que hacen rutas entre...

"Defiendo esta actividad de los cruceros porque no es el prototipo de turismo de masas, tiene una temporada muy corta y y además la gente de aquí lo utilizamos muy poco", concluye Jordi Puig.