Crítica de libros

'Mentideros de la memoria' de Gonzalo Celorio: retazos de tiempo

El escritor mexicano enhebra una serie de semblanzas memorialísticas de escritores en un libro sincero marcado por el humor

CELORIO

CELORIO / EFE / Álex Cruz

Ricardo Baixeras

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Gonzalo Celorio (Ciudad de México, 1948) ha dado muestras de su faceta como narrador y ensayista en textos como 'Amor propio' (1992), 'Ensayo de contraconquista' (2001), 'Tres lindas cubanas' (2006), 'El mal y la escoria' (2014), 'Del esplendor de la lengua española' (2016) o 'Los apóstatas' (2020).

Entrega ahora un libro de carácter memorialístico que dibuja a un escritor envuelto por los recuerdos de figuras con las que ha coincidido gracias a su trabajo como editor en la editorial FCE, como profesor de la UNAM o como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Por estas páginas deambula un profuso y torrencial Arreola que no le permitió a Borges hablar cuando se encontraron en México. El autor argentino sucumbió afirmando irónicamente “que Arreola sólo le había permitido intercalar uno que otro silencio”. Aparece la inmensa estatura del cronopio Cortázar de quien sentencia Celorio que “esa voz nos había abierto las puertas condenadas, nos había liberado la palabra, nos había enseñado el juego.” O la semblanza del silencioso Rulfo que aquí muta a figura verborreica en un encuentro surrealista en el que Celorio consigue que Rulfo hable por los codos al pronunciar dos palabras mágicas: Julio Cortázar, “el escritor que más admiraba del llamado 'boom' de la novela latinoamericana". Aparecen los poetas cubanos Eliseo Diego y Dulce María Loynaz. Una semblanza de Alfredo Bryce Echenique envuelto en la gracia de la bebida y caído en desgracia porque no omite Celorio los momentos más duros para el autor de 'Un mundo para Julius' cuando fue acusado de plagio. Augusto Monterroso y su poética silenciosa. Natasha -la hija de Carlos Fuentes y Silvia Lemus- cuya muerte en 2005 venía a sumar un dolor indescriptible en el matrimonio Fuentes. De esta semblanza es imposible olvidar la frase que Gabriel García Márquez le lanza al camarero en la cena tras el sepelio: “¡Capitán -dijo con fuerza conminatoria-: traiga dos botellas de champán porque aquí no tenemos nada que celebrar!”. 'Los imperios perdidos' de José María Pérez Gay en cuya semblanza aparece un Octavio Paz empequeñecido por quien considera Celorio “el más mexicano de los poetas universales: Ramón López Velarde". Jaime Sabines, Sergio Galindo, Luis Echeverría, Georges Pompidou, Joseph-Louis Gay-Lussac, Sergio Fernández, Luis Rius, Manuel Gerena y un sinfín de personajes y escenas que convierten a este libro en un amasijo delicioso de recuerdos que Celorio ha sabido ensamblar con la fuerza de la verdad los recuerdos de la imaginación.

Mención aparte merece el texto que cierra el libro, 'La dedicatoria de Umberto Eco' en el que Celorio cuenta los avatares que el famoso semiólogo vivió en México cuando fue invitado a dar la conferencia 'El tránsito de la metáfora a la alegoría en la Baja Edad Media italiana'. Encontrará el lector a un Eco “satisfecho, exultante, feliz” y genial cuando le pide a Celorio un lugar para poder hacer una siesta de exactamente un minuto antes de dar la conferencia en un italiano que nadie entendió. 

Un libro sincero y valiente, a la par que cómico y trágico, y que no está teñido por la palabra de un juez severo.     

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