Discos de la semana
Liam Gallagher se aleja de la sombra de Oasis en 'C'mon you know'
El cantante confirma su ascendente línea en solitario en un álbum en el que combina su canon rock clásico con baladas aventuradas y sutiles experimentos
Los nuevos elepés de Mavis Staples & Levon Helm, Maria Jaume, Manel Fortià y Simona, también reseñados
Rafael Tapounet
Periodista
Jordi Bianciotto
Periodista
Ignasi Fortuny
Periodista. Principalmente, escribo sobre música.
Roger Roca
Periodista
¿Quién habría dicho una década atrás que Liam Gallagher, el vocalista bocazas, sería capaz de rivalizar con su hermano Noel, el señor compositor, en sus singladuras posteriores a Oasis? Sí, lo de Beady Eye se quedó en tierra de nadie, pero en sus álbumes en solitario hay abundante material al que agarrarse para concluir que Liam puntúa como creador de canciones, aunque sea compartiendo autoría con cómplices como el neoyorkino Andrew Wyatt, productor en el que repite en ‘C’mon you know’, su tercer envite individual.
Reinventar el rock nunca ha figurado entre las ambiciones del pequeño Gallagher, orgulloso de dar vueltas ‘ad eternum’ a sus amores de adolescencia, de los Beatles a The Stone Roses. Aquí sigue danzando en los mismos carriles, aunque con un plus de inventiva y amplitud: ‘C’mon you know’ es el más diverso de sus álbumes, con extremos que van desde la angelical apertura de ‘More power’ (con un coro infantil que remite con descaro a ‘You can’t always get what you want’, de los Stones, y declaraciones de humildad como “madre, admito que estuve enfadado demasiado tiempo”) hasta el furioso cierre de ‘Wave’, donde a cuenta de un áspero ‘riff’ digno de la juvenil PJ Harvey comparte otra de sus angustias familiares: “mi hermano no me quiere, ya lo dijo antes / ¿Quién tiró la primera piedra? ¿Y quién lleva la cuenta?”.
Con Dave Grohl
Abundan los números rockeros más o menos eficientes, como ‘Diamond in the dark’, el garajero ‘Don’t go halfway’ o ese ‘Everything’s electric’ coescrito con Dave Grohl, pero Gallagher se permite pequeños y simpáticos experimentos, como en la pieza titular, que coge peso a golpe de coro góspel y deriva en soplidos de saxo ‘free jazz’ después de proceder a otra declaración para enmarcar: “Estoy harto de actuar como si fuera un tipo duro / Vamos nena, dame un abrazo”. Hay atmósferas alucinógenas en ‘It was meant to be with you’, un resultón cruce de cuerdas exóticas y armónica rhythm’n’blues en ‘World’s in need’, y aproximaciones a la balada resueltas con imaginación, poniendo el azúcar a raya, en ‘Too good for giving up’, ‘Moscow rules’ (otro ‘vip’ en los créditos: Ezra Koenig, de Vampire Weekend) y la ‘lennoniana’ ‘Oh sweet children’.
El álbum desprende un tacto carnoso, y aunque está hecho con amplios efectivos instrumentales, no suena a superproducción sino a obra concebida, o imaginada, a la antigua, también en las secuencias más invasivas, como la ‘punkie’ ‘I’m free’ o esa construcción catedralicia llamada ‘Better days’, de batería pesada y ecos de The Who en los primeros 70. Un Liam Gallagher acaso más confesional sin dejar de rendir honores al rock más expeditivo, que tiene motivos para disfrutar de su buena estrella (la semana que viene encabeza dos macroconciertos en Knebworth), a punto para cumplir los 50 el próximo septiembre. Jordi Bianciotto
Otros discos de la semana
En el verano de 2011, el legendario batería-cantante de The Band Levon Helm invitó a la no menos legendaria Mavis Staples a su granja estudio de Woodstock para grabar una ecléctica selección de canciones popularizadas por gente como Nina Simone, The Impressions, Bob Dylan y los Rolling Stones. El resultado, publicado al cabo de una década, es soberbio: una inapelable lección de música popular norteamericana y el mejor epitafio para un Helm al que le quedaba menos de un año de vida. Rafael Tapounet
Dos años después de su señalado debut, ‘Fins a maig no revisc’, la cantante y guitarrista mallorquina entrega otro esbelto cancionero, primando ahora el roce de su melancolía innata con formas pop más dinámicas. Contribuyen a la definición sonora Lluís Cabot (Da Souza) y Víctor Ayuso (Renaldo & Clara), y la acompañan al micro Miquel Serra y Núria Graham, si bien temas como ‘Me desplom’ o ‘Tombats en es sol’ sonarían arrebatadores incluso en la más cutre versión maquetera. Aquí hay madera. J. B.
Nueva York desde la distancia: el contrabajista Manel Fortià condensa sus años en la capital del jazz en su primer disco de composiciones propias junto al pianista menorquín Marco Mezquida y el batería francés Raphaël Pannier. Músicos que, como Fortià, hablan un perfecto jazz americano con acento propio. Melodías mayúsculas -la huella de Charlie Haden es imborrable-, intensidad, lirismo, carácter e identidad. Lo de 'mediterráneo', a veces, no es un cliché vacío. A veces es sustancia. Como aquí. Roger Roca
Simona, joven argentina aficanda en Barcelona desde hace cinco años, ha publicado su primer EP de solo cinco canciones, pero todas acertadas. Un trabajo hipnótico que cuenta como gran arma la dulzura de su voz, envuelta en una delicada y aparente sencillez sonora (el epé es redondo en ese sentido). Canciones melódicas, de atardecer, a medio camino entre la calma y el chispazo, tan íntimas como bailables, que narran su cotidianidad. Su ascendente trayectoria la llevará en unas semanas actuar en el Sónar. Ignasi Fortuny
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