Discos de la semana

'Unlimited love': Red Hot Chili Peppers, cara a cara con su alma adulta

La banda californiana entrega su álbum más matizado, rico en medios tiempos y portador de una depurada química instrumental

Los nuevos elepés de Daddy Yankee, Kaina, Jeremy Pelt y PUP, también reseñados

RED HOT CHILI PEPPERS

RED HOT CHILI PEPPERS

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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Todo apuntaba al regreso de Red Hot Chili Peppers a las esencias, a aquel funk-rock elástico, de riego instrumental endemoniado, que tantas alegrías les dio en los años 90: repesca del productor fetiche, Rick Rubin, y sobre todo, reenganche del prodigio guitarrero John Frusciante. Pero ‘Unlimited love’ no es una vuelta a ‘Sex sugar sex magik’ (1991) ni a ‘Californication’ (1999), porque hacer que el reloj funcione marcha atrás no suele ser un acto practicable.

He aquí un álbum menos explosivo, pero no por ello claudicante ni aburrido, aunque para descubrirlo sea conveniente ir más allá de la primera impresión. El ‘single’ de adelanto, ‘Black summer’, nos preparó para el claroscuro con esa cadencia recogida sobre la que Anthony Kiedis suspira por el “final de otro verano negro” con gestos de resignación legibles en clave de covid-19. La sorpresa es que el conjunto del álbum tiende a moverse en torno al medio tiempo y el ‘groove’ matizado, solo abierto aquí y allá al espasmo ‘funky’ y al grosor rockero, allá donde los pulcros arpegios de bajo de Flea y la guitarra levantisca de Frusciante se alían con vistas a la combustión. Pero, aun en esos parámetros contenidos, los Peppers no se extravían, sino que siguen sonando a ellos mismos.

Crispación acotada

Asimilar ‘Unlimited love’ requiere un poco de trabajo, puesto que es un disco largo (17 canciones) rico en relieves discretos (con excepciones como el estribillo aullado de ‘One way traffic’). Medio repertorio se decanta por cierta serenidad, entre la introspección extrema (tratándose de los Peppers) de ‘Not the one’, y los destellos de crispación muy acotados de otras piezas sustanciosas como son ’The great apes’ y ‘Watchu thinkin’’. En un registro más extrovertido, despuntan, tensando la cuerda, ‘Here ever after’ y ese sibilino ‘Aquatic mouth dance’, que Flea no solo sostiene con el bajo, sino que enrarece con una trompeta de quiebros ‘jazzie’.

Pero entre la calma interior y la sacudida manifiesta hay un océano de soluciones variables, que repelen las categorías más canónicas, y allí encuentra ‘Unlimited love’ un lugar en el que explayarse. Hay que mencionar el desahogo rockero con fondo clásico de ‘These are the ways’ y el giro melódico que da impulso a ‘White braids & pillow chair’, así como ese ‘Poster child’ con nocturnidad ‘funky’ y verborrea de seda.

Con su mezcla de melancolía y tensión nerviosa procesada, y la química que se respira en sus dinámicas con destellos de ‘jam’, ‘Unlimited love’ da salida a las angustias existenciales que Red Hot Chili Peppers llevan arrastrando desde hace dos décadas. Ante el abismo de la repetición crónica (y cada vez con menos gracia), han preferido salir a buscar su alma adulta, aunque eso sea, seguramente, lo que menos espere el público que vaya a verlos en su inminente gira mundial. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Daddy Yankee está legitimado para poner un título tan vanidoso a su último álbum. Tras anunciar su retirada, el puertorriqueño ha publicado un disco de despedida que hace justicia a su larga carrera y, claro, también al apelativo 'Legendaddy'. Casi una veintena de canciones contundentes (con colaboradores de la nueva generación, a los que se pega con frescura) en las que transita por la variedad de estilos que han definido estos más de 30 años en la música. Un colofón de lujo. Ignasi Fortuny

Tras su prometedor debut bajo radar, ‘Next to the sun’ (2019), Kaina Castillo desarrolla su imaginario ensoñador con un pie en un soul de otro tiempo y el otro en las arenas movedizas: claroscuros electrónicos, tenues rasgos de latinidad, ángulos con vestigios de rock (y la ayuda de Sleater-Kinney). Obra subyugante y sensual, en la que Castillo, nacida en Chicago y con orígenes guatemalteco-venezolanos, revuelve su memoria sentimental con delicadeza y un discontinuo sentido de la aventura. J. B.

Se titula 'Soundtrack' pero no es la banda sonora de nada. Sencillamente, el trompetista Jeremy Pelt y su quinteto, una banda joven y compacta, tocan música propia. Y no es que inventen nada. Pero cómo fluye. Qué espaciosa la música, qué bonito escribe y toca Jeremy Pelt y qué bien suena todo, en acústico y en eléctrico, con invitadas -la flautista Anne Drummond y la teclista Brittany Anjou- y sin ellas. Es como ver rodar canicas. Ruedan, no paran. Es perfecto y no les pides más. Solo que sigan rodando. Roger Roca

Bajo la capa de distorsión, acoples y redobles con la que que el cuarteto canadiense reboza sus canciones se oculta un rutilante corazón pop que en este cuarto elepé late con menos complejos que nunca. Está claro que con su mezcla de ruido y melodía, PUP no pretenden descubrir la pólvora, pero aquí la manejan con tino para detonar pequeñas sinfonías de electricidad adolescente (pletórica ‘Totally fine’) que a uno le hacen desear intensamente volver a tener 17 años y un monopatín. Rafael Tapounet

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