Crítica de música

Idles, punk con futuro en Razzmatazz

La banda británica arrasó con su brutalismo sibarita y sus invectivas sociopolíticas en la presentación de su cuarto álbum, ‘Crawler’

Idles

Idles / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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Idles invocaron el "brutalismo" y la "alegría" ("como acto de resistencia") en los títulos de sus dos primeros álbumes, y entre ambos polos siguen situándose para gozo de la afición, ahora con más técnica y matices, pero sin suavizar su vandalismo no nihilista, a distancia del secular ‘no future’ punk. Era de esperar la aparatosa sesión de purga colectiva que nos dispensaron este jueves en la sala grande de Razzmatazz, con entradas agotadas desde hacía semanas.

Los de Bristol aúnan la sacudida física y el mensaje con fondo sociopolítico, y la dinámica sónica concienzuda, en la que cada músico parece librar su propia guerra contra el mundo, y el estribillo listo para el coro popular y el ‘pogo’. Ecuación diabólica que estalló en el ‘crescendo’ inicial del clásico ‘Colossus’ rumbo a ‘Car crash’, canción sobre dilemas existenciales procedente del reciente ‘Crawler’, su cuarto álbum.

Disonancia y denuncia

Tirando de ese hilo, y del previo ‘Ultra mono’ (2020), trabaron la primera mitad de sus 90 minutos de concierto, casando ‘riffs’ pos-punk y pos-hardcore disonantes con invectivas líricas muy precisas: guiños al feminismo ‘riot grrrl’ en ‘Mr. Motivator’ (“Kathleen Hanna con garras de oso agarrando a Trump por el coño”), el guantazo el canciller de hacienda británico Rishi Sunak de ‘New sensation’ (por plantear que, con la crisis covid-19, los artistas deberían aprender a reciclarse) y la sordidez del alcoholismo plasmada en ‘The wheel’, a propósito de la madre del cantante, Joe Talbot. Ahí abrió un espacio distintivo ‘The beachland ballroom’, con su cavilación sobre la ansiedad y su mezcla de melodía de vieja balada soul, tajantes cortinas de guitarras y un fantasmal sintetizador.

Talbot, pie sobre el chivato, espoleando a la audiencia y alentando el feliz alboroto en la pista, y las canciones, en boca de todos: de ‘I’m scum’ a ‘Rottweiler’, previo paso por la muy oportuna ‘Danny Nedelko’, canto a favor del multiculturalismo dedicado a su amigo, el cantante del grupo Heavy Lungs, inmigrante ucraniano.