Crítica de cine

Critica de 'Un pequeño mundo': sobrevivir a la escuela

La ópera prima de Laura Wandel explora la maldad de la que algunos niños son capaces y el trauma que el colegio puede causar en otros. Es una película brutal, completamente hipnótica.

un pequeño mundo

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Nando Salvà

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La ópera prima de Laura Wandel nos arroja al patio de recreo de una escuela primaria y nos invita a percibir ese escenario como un campo de batalla o una cárcel. E, inmediatamente, nos adentra en la mente frágil y aterrada de una niña de 7 años, que es testigo del 'bullying' que sufre su hermano mayor y duda sobre qué hacer al respecto tanto por el bien de él como por su propia integridad.

Mientras detalla con sutileza la estructura y los rituales de la vida escolar, gobernada por jerarquías, prácticas sádicas y protocolos que cumplir, Wandel explora la maldad de la que algunos niños son capaces y el trauma que el colegio puede causar en otros; entretanto, sugiere que quizá sea ahí donde se encuentra el origen de la crueldad que impera en el mundo adulto, y nos invita a preguntarnos por qué sometemos a nuestros hijos a algo así.

La película sigue en todo momento a la niña. La captura casi siempre en primer plano y manteniéndose a su altura durante los 72 minutos de metraje y ese punto de vista hace que nunca sepamos qué amenaza acecha más allá de los bordes del plano, aunque todo cuanto ella contempla o sufre en sus carnes resulta familiar: los insultos, la violencia física, la ineficacia de unos padres y profesores que aquí permanecen prácticamente invisibles. Como resultado, 'Un pequeño mundo' tiene mucho de cine de terror, o de versión infantil de 'El hijo de Saúl'’. Es una película brutal, completamente hipnótica.

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