Festival de cine de Berlín

Más que un simple desnudo integral

En 'Good luck to you, Leo Grande', la directora Sophie Hyde y Emma Thompson retratan el despertar sexual de una viuda tras una vida de insatisfacción

Emma Thompson y Daryl McCormack en 'Good Luck to You, Leo Grande'

Emma Thompson y Daryl McCormack en 'Good Luck to You, Leo Grande' / Genesius Pictures Align

Nando Salvà

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Desde que su presentación mundial tuvo lugar hace solo unos días en el Festival de Sundance, ‘Good Luck To You, Leo Grande' ha pasado a ser más generalmente conocida como la película en la que Emma Thompson aparece integralmente desnuda, y resulta algo injusto. Sí, el dato es del todo cierto, pero conocerlo de antemano predispone a tomar ese momento del nuevo largometraje de Sophie Hyde, y en concreto de la magnífica interpretación de su actriz principal, como algo parecido al haba del roscón de Reyes; lo cierto, sin embargo, es que la escena no es un mero golpe de efecto sino el punto de llegada lógico para un personaje que, tras racionalizar una vida entera de insatisfacción se ha dado a sí misma la oportunidad de entenderse, aceptarse y perdonarse, y de concederse a sí misma el lujo de tener un orgasmo.

“Me proporcionó una de las experiencias profesionales más satisfactorias de mi vida”, comenta Thompson acerca del dispositivo narrativo de la película, presentada hoy fuera de concurso en la Berlinale. La acción transcurre casi en su totalidad en el interior de una misma habitación de hotel, y la manera de una serie de conversaciones entre una mujer y un hombre. Ella es Nancy, una viuda que se ha propuesto experimentar toda la actividad sexual que su tedioso y casto matrimonio nunca le proporcionó; él es Leo, el trabajador sexual al que ha contratado para que la ayude, y es un tipo que comunica perfección tanto a través de su físico como de su trato amable y paciente, al menos hasta que la reluciente fachada tras la que se oculta empieza a agrietarse.

A lo largo de cuatro encuentros sucesivos, durante la mayor parte de los cuales el sexo es más una potencialidad que un hecho, la pareja conversa para intercambiar sus respectivas opiniones sobre la prostitución y su hipotética legalización, negociar cuánto necesitan saber el uno del otro y, poco a poco, ir derribando las barreras que a ella le impiden sentirse lo suficientemente cómoda como para ser capaz de hacer lo que cree haber venido a hacer. En el proceso experimentará por primera vez en su vida lo que significa intimar realmente con otra persona, y dejar que esa conexión emocional nutra el ímpetu carnal.

“El personaje que encarno no es un tipo de mujer inusual”, lamenta Thompson. “Históricamente, después de todo, el placer sexual de la mujer ha sido reprimido de forma sistemática”. Al final de su viaje, Nancy permanece de pie, en pelota picada, observándose el cuerpo frente al espejo y apreciándolo por la reveladora aventura que le ha permitido vivir. Y cuando la película se estrene comercialmente, y se escriban artículos para elogiar el trabajo de Thompson, seguramente la definirán como “valiente” por haber aceptado un papel así a los 62 años. Y posiblemente ese sea un indicativo tan preciso como cualquier otro de las expectativas que las mujeres siguen viéndose obligadas a cumplir.