Crítica de clásica
‘Partenope’ y el poderío de la juventud
William Christie lidera el tardío estreno de esta fascinante ópera barroca en el Liceu
Pablo Meléndez-Haddad
Después de pasear esta ‘Partenope’ por varias ciudades europeas, incluyendo A Coruña y Valencia, William Christie y sus Arts Florissants aterrizaban en el Liceu con un espectáculo rodado y un puñado de jóvenes entusiastas provenientes del Jardin des Voix, el laboratorio lírico que dirige el maestro junto al tenor Paul Agnew. Se trata de los ganadores de la edición 2021, con el contratenor español Alberto Miguélez Rouco a cargo del papel de Armindo, rol que en el estreno absoluto de la obra en Londres en 1730 interpretó la contralto Francesca Bertolli. El cantante coruñés es además un connotado músico que dirige Los Elementos, un conjunto fundado en Basilea por él mismo.
La obra de Händel, que este mismo curso se ofreció en el Teatro Real de Madrid de forma escenificada y en nueve funciones con dos repartos, por fin se estrenaba en el Liceu, aunque en una única velada, con casi una hora menos de recitativos y en lo que hoy se conoce como formato ‘semiescenificado’, es decir, en versión de concierto con atrezo y vestuario. Así se facilitaba la comprensión de una ópera que es toda una exhibición de arias händelianas –nada menos que 30–, ideal para auditorios y salas de concierto (en un teatro lírico la obra debería mostrarse escenificada, como en Madrid). Sophie Daneman firmó la ‘puesta en escena’ apoyada en los elementos escenográficos de Jean-Luc Taillefert, creador también del vestuario.
Drama con humor
Esta ‘Partenope’ tiene mucho de drama salpicada de guiños bufos, aunque con personajes propios del género serio. El libreto se basa en el de Silvio Stampiglia, uno de los más populares de su época que vivió cerca de 40 adaptaciones, incluyendo la primera ópera compuesta en Latinoamérica, sin olvidar a grandes del género como Vivaldi, Caldara o Leonardo Vinci.
Christie y Les Arts Florissants volvieron a obrar el milagro, consiguiendo un sonido de tímbrica luminosa y coloreada, que, aun con dimensiones camerísticas, llenó la inmensa sala del Gran Teatre. El personaje protagonista, la reina Partenope fundadora de Nápoles, fue interpretado con total dominio por la soprano Ana Vieira Leite, de timbre brillante y una técnica potente, control de ‘fiato’ y coloratura perfecta. A su nivel se movió Hugh Cutting como Arsace, de voz madura y muy bien expuesta, de impecable desempeño. Alberto Miguélez Rouco ofreció un Armindo perfecto en lo vocal y en lo dramático, con un timbre masculino y graves sólidos. A cierta distancia se movió Helen Charlston en su doble papel de Rosmira / Eurimene, con una voz interesante, pero con coloratura poco clara. Jacob Lawrence fue un Emilio voluntarioso e hiperactivo y completó el reparto el barítono Matthieu Walendzik como un Ormonte de un canto tan sonoro como poco refinado.
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