Crítica de música

Beret, contra los elementos en el Palau Sant Jordi

El cantante impuso su peculiar estilo de baladista narrativo ante 12.000 asistentes, tras dos aplazamientos y en vísperas de las nuevas restricciones pandémicas

Beret, en el concierto que ofreció el miércoles en Barcelona

Beret, en el concierto que ofreció el miércoles en Barcelona / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con efecto retardado, y librándose, por 24 horas, de la nueva oleada de restricciones, llegó este miércoles al Palau Sant Jordi la caravana de Beret con un concierto rebotado de sendos aplazamientos, en junio de 2020 y en junio de 2021, a lomos de este artefacto llamado ‘Prisma’. No era fácil mantener la tensión entre sus seguidores en momento de enésimo fundido para la música en directo, con ambiente de ‘crescendo’ pandémico y tras tantos reveses (y más aun considerando que el álbum vio la luz en el lejano octubre de 2019), pero el sevillano, a contracorriente, marcó territorio en una sala ocupada por 12.000 ardorosos asistentes, cifras de la promotora de The Project.

En realidad, todo es un poco extraño en la trayectoria de Francisco Javier Álvarez Beret, ese chico que, siendo un adolescente, comenzó a subir canciones a la Red y que se autogestionó hasta cinco álbumes (o ‘mixtapes’) hasta su fichaje por una multinacional. ‘Prisma’ fue así como un nuevo comienzo, beneficiado por sus apariciones televisivas (‘La voz’). A ese repertorio se acogió en el Sant Jordi con una peculiar mezcla de géneros: pop expeditivo (‘Te echo de menos’, carta óptima para abrir los conciertos), mucha balada de impacto cambiante y unas pocas incursiones (matizadas) en las urbanidades y en el reggae, vestigios de su primera vida artística.

Torrente de canciones

Beret es un cantante de voz algo asilvestrada, rústica incluso, aunque ahí puede radicar una parte de su encanto en estos tiempos de vocalistas de ‘talent show’ que parecen diseñados por algoritmo. Su interpretación rugosa (asistida por la labor de un cantante de refuerzo) y el fondo torrencial de sus composiciones, sobre todo esas baladas llenas de letra, pueden producir un efecto invasivo: ahí estuvo ese sufrido ‘Ojalá’, y temas de su etapa anterior como ‘Diez mil porqués’ y ‘Pandora’.

El pasado urbano se insinuó en algunos arreglos (‘Dime quién ama de verdad’) y ciertos dejes vocales, si bien más estridente fue la interferencia jamaicana en esa ‘Hamaca’ reforzada por la entrada en escena de Lérica. Y la pachanga de esa improvisada ‘Bara bara’. Momentos de distensión tras los que Beret se armó de valor para afrontar sus cumbres, ‘Vuelve’ y ‘Lo siento’, con las que culminó la noche con su registro más provechoso, como un sentido baladista narrativo.

Suscríbete para seguir leyendo