Discos de la semana

Crítica de 'The nearer the fountain, more pure the stream flows': un Damon Albarn adulto, después de la ironía

El cantante de Blur y Gorillaz entrega un álbum interiorista, entre el paisajismo y un cabaret intranquilo, inspirado en sus estancias en Islandia

Los nuevos álbumes de Mazoni, Terrace Martin, Courtney Barnett y El Pony Pisador también reseñados

Damon Albarn

Damon Albarn

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Roger Roca
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En contraste con sus enemigos íntimos de Oasis, Damon Albarn es uno de los actores de aquel noventero Brit-pop que más se ha alejado de su yo más distinguible, no ya solo en términos de lenguaje musical, sino de su propia actitud como músico. El Albarn distanciado e irónico, capaz de convertirse luego graciosamente en la caricatura de Gorillaz, se sitúa muy lejos del creador hipersensible, humanista, presto a disertar en torno a la naturaleza, el paso del tiempo y la muerte, que observamos en esta nueva obra a su nombre titulada 'The nearer the fountain, more pure the stream flows'.

Ya en aquellos años 90, en tiempos de Blur, Damon Albarn comenzó a frecuentar Islandia, acaso buscando aisladas inmensidades en las que refugiarse del ruido, y un tiempo después estableció allí una segunda residencia. Sus planicies heladas, el océano de plomo y los relieves volcánicos le han suministrado el incentivo plástico, espiritual incluso, para elaborar este álbum, al que la pandemia añadió otra capa de extremismo existencial. ¿Estamos ante otra obra introspectiva propiciada por el covid-19? Hay algo de eso ahí, si bien el proyecto discográfico venía de antes, y el álbum, aunque rico en brumas paisajísticas, transcurre por diversos parajes y trasciende el ensimismamiento.

Señales de duelo

Abre el disco el tema titular, referencia al poema 'Amor y memoria', del inglés John Clare (1793-1864), en el que Albarn expresa el duelo por una pérdida entre reflejos de una gloria pasada, entonando la letra dolida sobre una superficie electroacústica, con cuerdas neoclásicas y el grano aportado por el órgano. Se respiran las ausencias: el hercúleo batería Tony Allen, cómplice en The Good, The Bad & The Queen, fallecido el año pasado.

El álbum avanza a partir de ahí entre las tenues marejadas instrumentales, no lejos de los archipiélagos frecuentados por el señor Robert Wyatt, y las incursiones en un aventurado cabaret del crepúsculo: ahí están 'Royal morning blue', una pieza intranquila, con un punto de serena apocalipsis, y la hermosa 'The tower of Montevideo'. El uso del saxo transfiere aires de decadencia, pero también de inestabilidad: los soplidos 'free' y las disonancias de 'Combustion' y 'Polaris'.

Albarn no se contenta con entregarnos una secuencia lineal de música majestuosa, lánguida o abismal, según cánones ordinarios, sino que se aventura en vocabularios originales y ondulantes, sin caer en el esteticismo y dejando que se insinúe su instinto pop. Si su anterior obra en solitario, 'Everyday robots' (2014), representaba un paso adelante en su inventiva adulta, esta amplía la medida y se las tiene con materiales narrativos que fácilmente podrían resultar pretenciosos. Aquí transmiten un aplomo perturbador, sugiriendo un acercamiento a esas fuentes redentoras a la que alude el título del álbum. - Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Vivimos pegados a las máquinas, falta amor, sobra odio. Si no fuera por el componente tecnológico, podría ser la sinopsis del 'What’s going on' de Marvin Gaye. Martin, hoy por hoy el puente más sólido entre el jazz y el hip-hop, pinta su fresco de la vida afroamericana en el siglo XXI en un disco más o menos conceptual y repleto de colaboraciones estelares que a pesar de su sonido hi-tech tiene un aire añejo. No hay grandes hits, pero sí hallazgos singulares, como la conmovedora 'Leimert Park'. - Roger Roca.

La cantautora australiana tiene el don de hacer que una canción sobre la conveniencia de cambiar las sábanas ('Rae Street') suene no solo relevante sino hasta necesaria. Es un talento poco usual que en su tercer elepé Barnett exprime sin aparente esfuerzo para entregar una colección de canciones más austeras y contenidas que las de sus discos anteriores pero que sirven de manera ejemplar a su propósito de dirigir la atención del oyente hacia las pequeñas cosas de la vida cotidiana que merecen ser celebradas. - Rafael Tapounet

Abrir fuego con 'L' abordatge', una larga y cinematográfica composición propia que suena como un 'outtake' de 'Mar i cel', tal vez pueda dar una idea equivocada del contenido de un disco estimulante que se hace fuerte en las estupendas versiones de cantos marineros tradicionales como 'John Kanaka', 'Bully in the alley', 'Pay me my money down' o ese 'Wellerman' que hace unos meses arrasó en Tik Tok y que se cierra con una inesperada pero solvente incursión en territorio jamaicano ('Whip Jamboree'). ¡Arriba esas jarras! - R. T.

Buscando siempre nuevos encuadres para su arte musical, Jaume Pla construye ahora un flamante cancionero partiendo de 'samples' e ideas melódicas de Beethoven. Muestras de sonatas, cuartetos de cuerda y sinfonías reviven como material genético de artefactos catedralicios, en forma de 'riffs' orquestales o de filigranas electrónicas. Una obra audaz y sin fisuras, que conecta con la memoria del compositor alemán sin dejar de ser Mazoni al 100%, con su soltura pop y su arañazo primario. - J. B.

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