Arte

Chillida y Oteiza, la exposición de la reconciliación

La Fundación Bancaja reúne en Valencia en una muestra inédita y "curativa" los años de amistad de Chillida y Oteiza | Los artistas vascos, que fueron muy amigos, estuvieron décadas enfrentados en lo artístico y en lo personal

Exposición de Chillida y Oteiza en la Fundación Bancaja.

Exposición de Chillida y Oteiza en la Fundación Bancaja.

Amparo Barbeta

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Eduardo Chillida y Jorge Oteiza fueron amigos, muy amigos. Y se admiraban. En plena dictadura franquista, junto a otros artistas, fundaron el Grupo Gaur para romper con el ostracismo político y establecer vínculos con el exterior. Pero como no hay amistad que cien años dure, con un Oteiza ajeno al mercado y la vida institucional y un Chillida con éxito y reconocimiento internacional, llegó el enfrentamiento. Oteiza acusó a Chillida de plagio y, como si de un derbi futbolístico se tratara, la cultura vasca se posicionó. O de Oteiza o de Chillida.

Los artistas estuvieron décadas enfrentados en lo artístico y en lo personal. Se reencontraron el 15 de diciembre de 1997 y con un abrazo, más teatral que real, sellaron la paz. O no. Dos décadas después, la Fundación Bancaja une por primera vez a los dos artistas en una exposición inédita en Valencia que sutura heridas y acerca, no sin reticencias, a la Fundación-Museo Jorge Oteiza con la Chillida Leku.

La muestra 'Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60', comisariada por Javier González de Durana, se centra en los años en que los artistas, a pesar de su carácter tan diferente -uno de temperamento fogoso y otro de calma serenidad-, eran íntimos amigos y se influían mutuamente ya que a ambos les interesaban temas como el espacio, la luz, lo espiritual o la sonoridad visual, por ejemplo. Aunque, a pesar de la afinidad, nunca se plantearon trabajar juntos.

La selección, desde una perspectiva cronológica, se inicia cuando Oteiza regresa a España tras una larga estancia en Latinoamérica y Chillida viaja a París tras abandonar sus estudios de arquitectura y, concluye, en 1969 cuando Oteiza finaliza su obra en el Santuario de Arantzazu -tras un periodo de interrupciones por el veto eclesiástico lo que le llevó a centrarse en la escritura- y Chillida instaló su primera gran obra pública ante el edificio de la Unesco en París.

Dentro de esta etapa se reconoce una tendencia común a trabajar sobre la figura humana, pero con diferentes acentos, uno «primitivista-expresionista» en Oteiza, y otro «clasicista-arcaizante» en Chillida. "Sus fuertes y muy diferentes personalidades empezaron a manifestarse con lenguajes singulares a partir de los primeros años 50. Chillida miró a la tradición representada por Julio González, trabajando la forja de hierro para desplegar un universo de imágenes de naturaleza surrealizante a partir de materiales evocadores de utensilios agrícolas. Oteiza indagó en las investigaciones de Henry Moore acerca del espacio, el hueco y la masa, formalizando un poderoso y dramático repertorio de figuras en las que el vaciamiento expresivo, no el vacío inerte, iba ganando presencia", explica el comisario que, confiesa, cuando desde la Fundación, su presidente Rafael Alcón le propuso la exposición, primero la consideró un "disparate" para, acto seguido, sentir un "escalofrío" por el "desafío grandísimo" y "complejidad" que significaba conciliar y unir a los dos artistas vascos. "Ellos estaban distanciados, pero las obras de arte no", puntualiza el historiador que define Oteiza como "racionalista, lógico y más científico" y a Chillida como "romántico, individual y más gestual". Sus "enormes" figuras, remarcaba González de Durana, no pueden quedar empañadas por "dimes y diretes de barrio". "Es maravilloso que la unión de los dos artistas haya surgido en València. La exposición abre la puerta al diálogo y enriquecimiento mutuo", se vanagloriaba.

Las esculturas de bronce -como el Apostolario de Arantzazu-, madera de encina -como Lacoonte- o acero -como Homenaje a Mallarmé- de Oteiza o las piezas de hierro, granito, alabastro, acero, madera o tierra chamota de Chillida estarán expuestas en la Fundación Bancaja hasta el 6 de marzo. Si la muestra, tras València recalara en el País Vasco, sería para Alcón una "gran satisfacción» porque ayudaría a "curar, conciliar y sanar". "La exposición es una bella historia de posibles e imposibles», definía el presidente de la Fundación Bancaja, para el que "entre lo posible y lo imposible, muchas veces solo dista la reflexión y el trabajo".

Anoche, a la inauguración, acudieron entre otros, Bingen Zupiria, consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco; Vicent Marzà, conseller de Educación, Cultura y Deporte; Luis Chillida, presidente de Fundación Eduardo Chillida; Mireia Massagué, directora de Chillida Leku; Jesus Mari Lazkano, Patrono de la Fundación Museo Jorge Oteiza; Pilar Oteiza (sobrina del artista); José Ignacio Goirigolzarri, presidente de CaixaBank; Toni Gaspar, presidente de la Diputación de València y Enric Morera, presidente de las Cortes.

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