Crítica de cine

'All eyes off me': de la confusión a la paz 'millennial'

La directora Hadas Ben Aroya sigue escarbando en las inseguridades de la juventud de su país, Israel, a través de potentes retratos generacionales que hablan de tú a tú con sus personajes y sus contradicciones.

Fotograma de 'All eyes off me'

Fotograma de 'All eyes off me' / Filmin

Beatriz Martínez

Beatriz Martínez

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La joven cineasta israelí Hadas Ben Aroya sigue demostrando en su segundo largometraje, 'All eyes off me', que es una de las voces más interesantes de una nueva generación que apuesta por el riesgo a la hora de derribar tabúes y que es capaz de plasmar sus inquietudes de una manera desafiante. 

Como ocurría en su ópera prima, 'People that are not me', volvemos a encontrar sexo, relaciones entre veinteañeros, espíritu millennial y esa falta de conexión e incomunicación que parece adueñarse de todo. 

La película comienza con ruido y desorientación y termina en el más absoluto silencio y paz. Unos personajes se irán relevando con otros hasta configurar tres historias que nos llevan de la confusión a la armonía. La primera sigue en una fiesta a una chica que acaba de enterarse que está embarazada y encuentra al responsable con una joven que le ha dado un like en Instagram. La segunda parte se centra en la relación sexual entre estos últimos y habla de los límites del consentimiento y la tercera (la mejor) del improbable romance entre dos personas antitéticas que, sin embargo, terminan encajando a la perfección. 

La directora utiliza largo planos fijos para dejar fluir la química entre sus protagonistas. Todo está captado de una manera transparente, sin pudor, pero con elegancia y su trasfondo es humano y sensible, tan lleno de contradicciones como de instantes profundamente reveladores.