Crítica de cine 'Gunda': la heroica vida del ganado

GUNDA

Cuando el cine contempla al resto de especies del reino animal, siempre lo hace filtrándolas a través de la experiencia y la percepción humanas y suponiéndoles rasgos y sentimientos como los nuestros; no deja que esas criaturas simplemente existan, ajenas a la intervención del hombre. Y ese solo es uno de los muchos motivos por los que el nuevo documental del ruso Viktor Kossakovski es una película única.

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'Gunda' se acerca a sus personajes -una cerda llamada Gunda y sus crías, una bandada de pollos, varias vacas- sin echar mano de narraciones o bustos parlantes, situándose a la altura de su punto de vista y no del nuestro y dejando que los detalles de su existencia hablen por sí solos; y en el proceso, mientras nos recuerda que esos animales de granja tienen vidas y personalidades propias, resulta increíblemente conmovedora.

La película, es cierto, no ignora el papel que el ser humano desempeña en el destino de Gunda y compañía y por eso, aunque no polemiza ni da lecciones, tal vez atraiga a algunos de sus espectadores hacia el veganismo. Pero lo que propone no es solo una llamada de atención, es mucho más: una poética reivindicación de todas las formas de vida, y una reconsideración de nuestra actitud frente al mundo natural. 'Gunda' nos despierta la empatía hacia sus protagonistas no porque demuestre que son como nosotros, sino por su sensibilidad a la hora de dejar claro que nosotros somos como ellos.