Crítica de cine

Crítica de 'Earwig y la bruja': el ordenador de Ghibli

La última producción de los estudios de animación Ghibli no está a la altura de los logros obtenidos en el universo Miyazaki

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Earwig y la bruja'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Earwig y la bruja'. /

Quim Casas

Quim Casas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

‘Earwig y la bruja’, la última producción de los estudios de animación Ghibli lleva la firma desde el guion de Hayao Miyazaki y en la dirección de su hijo, Goyo Miyazaki. Pero es un filme que, en líneas generales, no está a la altura de los logros obtenidos en el universo Miyazaki, de ‘La princesa Mononoke’ y ‘La tumba de las luciérnagas’ a ‘El viaje de Chihiro’ y ‘El castillo ambulante’.

Su alambicada historia tiene varios protagonistas: la hija de una bruja que ha crecido más o menos feliz en un orfanato, otra bruja experta en fórmulas y hechizos y el más extraño de los personajes del filme, un brujo con orejas estilo Spock, llamado Mandrake, novelista y, además, organista de rock.

Exceptuando las escenas iniciales en el orfanato, toda la acción acontece en la mansión en la que la bruja y el brujo organista llevan a la niña. El ritmo no es precisamente trepidante, y algunas situaciones se repiten más de la cuenta. La niña, con la ayuda de un gato parlante, intenta realizar su propia brujería: es un personaje pro-activo femenino, inasequible al desaliento, el mejor dibujado del filme.

En todo caso, ‘Earwig y la bruja’ respeta la estética habitual de Ghibli pero utilizando por vez primera la animación por ordenador. Quizá la técnica ha prevalecido sobre el espíritu. El filme marca una época en el estudio, pero es un trabajo prescindible, sin la magia ni la innovadora lírica de ‘El viaje de Chihiro’.