Crítica de cine

‘Solo las bestias’: la estructura es lo que cuenta

El interés del filme de Dominik Moll reside en la forma de contar esta historia criminal clásica engarzando las piezas del rompecabezas

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Solo las bestias'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Solo las bestias' /

Quim Casas

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El interés de ‘Solo las bestias’ reside en su construcción narrativa. No es novedosa en los tiempos que corren, cuando la estructura clásica en tres actos ya no es la que manda, pero si que está bien aprovechada: saltos temporales, anticipaciones, agujeros negros del relato, una misma situación desde diversos puntos de vista y evocaciones de cosas del pasado, todo ello para contar una historia criminal clásica.

Su director, Dominik Moll, se especializó en este tipo de relatos con personajes turbios desde que debutó en el año 2000 con ‘Harry, un amigo que os quiere’, historia de un asesino cotidiano encarnado por Sergi López. ‘Solo las bestias’ está ambientada en una geografía rural y nevada. Una mujer desaparece sin dejar rastro, la policía no encuentra pistas y cinco personas, con sus historias personales tan relacionadas con el lugar en el que habitan, podrían deparar soluciones, incluso ser culpables.

Cual ‘Rashomon’ de los tiempos modernos, la película engarza poco a poco las piezas de su rompecabezas desde las cinco distintas perspectivas, de modo que el espectador tiene siempre informaciones sesgadas y fracturadas, a veces complementarias unas de otras, en otras ocasiones totalmente opuestas. Moll se mueve bien en este dispositivo, aunque lo que cuenta (obsesiones sexuales, diferencia de clases, voyerismo, infidelidades) no resulte ni la mitad de trascendente de cómo lo cuenta.