Voces en crecimiento

Tarta Relena: “Con cada lengua en la que cantas se abre una puerta”

El dúo ‘a cappella’ integrado por Marta Torrella y Helena Ros, que combina el catalán y el castellano con el latín, el griego o el judeoespañol, publica ‘Pack pro nobis’, doble vinilo que reúne sus dos epés y un álbum de remezclas

tarta relena

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Jordi Bianciotto

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Para Tarta Relena, cantar en latín o en fenicio no responde a una reivindicación de nuestro sustrato cultural, ni a una defensa de los valores perdidos. El dúo ‘a cappella’ evita las “grandes declaraciones”, su minimalismo musical habla por sí mismo y si se decanta por estas lenguas es por la atracción que siente hacia aquello que viene de muy lejos y que no logra entender plenamente. En sus voces etéreas, las viejas hablas desprenden “unas capas de significado que no son nítidas”, lo cual las hace irresistiblemente misteriosas. “Si rascas un poco, puedes descubrir cosas, como si se tratara de un yacimiento arqueológico”.

Habla Helena Ros, que con Marta Torrella integra este tándem que lleva un tiempo filtrando sus armonías vocales en el trabajo de artistas como Nico Roig, Za! o, estos días, Maria Arnal i Marcel Bagés. Y publicando material propio: dos epés ahora reunidos en ‘Pack pro nobis’, cuya versión en vinilo incluye un segundo elepé de remezclas con firmas como John Talabot o Ex Continent (Arnau Sala). Hasta aquí han llegado, por ahora, tras concebir largamente la música como “un juego de descubrimientos” de sus voces, timbres y compatibilidades, apunta Marta Torrella. Ambas se conocen desde primaria, y comenzaron a fundir sus cantos en el coro de la escuela de música de Can Punsic, si bien Torrella llegaría a completar estudios en el Taller de Músics y en la ESMUC, mientras que Ros se decantaría por la lingüística.

Una épica ancestral

El adiestramiento en el coro les dejó un poso de predisposición al repertorio antiguo, incluyendo insinuaciones de canto gregoriano (“aunque lo hemos investigado menos de lo que parece”, despeja Ros), que combinan con incursiones en territorios mediterráneos populares como la polifonía corsa o el rebético. Ya en su primer epé utilizaban, además del catalán y el castellano, el latín, el griego moderno y en el remoto judeoespañol, o ladino, idioma “del que hay todavía huellas en las comunidades sefarditas de Salónica o de algunos lugares de Turquía”. Pero, sean lenguas muertas o no, a ellas les interesa “el imaginario” que se entrevé en sus giros fonéticos y en su estela poética. “Cuando cantas en una lengua distinta se abre una puerta, y es una sensación brutal”, se emociona Marta Torrella. “Y lo notas en tu boca, en tu aparato fonador”. El latín, por ejemplo, transmite “una especie de épica ancestral, críptica”, como el eco de “algo que se ha transformado tanto que ya no puedes acceder a ello directamente, pero lo intuyes”.

En sus canciones, las voces se elevan del nivel terrestre, asistidas en ocasiones, discretamente, por tramas electrónicas (el ‘software’ ‘ableton live’, “que te permite jugar con ‘reverbs’, poner colores a la voz o crear ‘beats’”), si bien Tarta Relena tiende más “a vaciar que a llenar”. Pero, de nuevo, el dúo no hace de eso un manifiesto existencial, si bien su propuesta ayuda a pensar que la expresión y la emoción musicales pueden surgir desde cualquier parte, incluso de los rincones más extemporáneos. Hay, reflexionan ambas, una fascinación por la antigüedad y por cómo “seguimos rezando a la misma energía, o llorando por las mismas cosas, por mucho que pase el tiempo”. Porque las canciones aluden, como subraya Helena Ros, “a los tópicos literarios de siempre”, ya sea la trascendencia espiritual (“pero de un cristianismo desligado de la Iglesia en mayúsculas”) como “la tristeza por un amor terminado o por una muerte”.

Rumbo al (a)phònica

Poner la voz en el centro del paisaje, y en roce con la tecnología, es una tendencia en alza, ya avistada años atrás por Björk (el extremo ‘Medúlla’, del 2004, que ellas descubrieron ya de adultas) y desarrollada por otras voces femeninas, como Holly Herndon o FKA Twigs. Más cerca tenemos no solo a Arnal y Bagés, sino otras propuestas a las que alude Helena Ros: “el trío Marala, las gallegas Taxungueiras o las occitanas Cocanha”. Saben que lo suyo “no es un producto pop, ni música que quieras estar siempre escuchando”, pero disfrutan de haber sabido “conducir la atención del público” en las actuaciones en vivo, su hábitat favorito.

En reposo temporal en estos días imprecisos, estrenarán material destinado al próximo disco en el (a)phònica, de Banyoles, el 24 de junio, y se prevé que actúen unos días después en el Vida Festival, bolos a los que habrá que sumar los que surjan con Arnal i Bagés. “Por suerte somos organizadas, porque querríamos hacerlo todo”.