Jazz con sello propio

Fresh Sound es la gran referencia, pero no la única. Estas son las otras casas del jazz barcelonés

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Roger Roca

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Los músicos de jazz apuestan por discográficas pequeñas, autogestionadas y, lo más importante, con identidad propia. El ejemplo más claro es Underpool: un sello y a la vez estudio de grabación dirigido por músicos, que da voz a una escena joven con su centro de operaciones en el club Robadors 23, refugio y laboratorio del jazz contemporáneo de Barcelona. Entre sus casi 50 referencias está lo último del trompetista Félix Rossy, hijo de Jordi Rossy. Otra oleada de músicos jóvenes y de corte moderno ha puesto en marcha su propio sello, The Changes: ahí están los hermanos Lluc y Joan Casares y la saxofonista Irene Reig, que en marzo publica el disco “Mira”. 

La autoedición no solo es el recurso de los que empiezan. También es una buena herramienta para músicos consolidados que quieren controlar sus carreras. El pianista Ignasi Terraza lo tuvo claro y hace ya quince años fundó Swit Records. Allí edita todos sus trabajos y los de algunos músicos afines, como el pianista Bernat Font. Otro pianista, Agustí Fernández, en la primera división mundial de la música improvisada, cuenta desde hace pocos años con su propio sello. En Sirulita publica sus propias grabaciones -el ritmo es de vértigo: más de una docena en tres años- y da apoyo a jóvenes improvisadoras como Núria Andorrà. Pero la casa grande de la improvisación es Discordian, que lidera el saxofonista El Pricto. “Casa grande” es un decir; Discordian es sinónimo del underground más absoluto y muchas de sus grabaciones -ya van por las 140 referencias- solamente están disponibles en descarga digital. Más catálogos 'on-line': el Jamboree, el club de jazz por antonomasia, que sigue cerrado por la pandemia, cuelga en Spotify algunos conciertos de artistas locales grabados en la sala. Otro sello con identidad propia es Jazz To Jazz, donde Joan Chamorro, contrabajista y director de la popular Sant Andreu Jazz Band, publica sus propios trabajos y los discos de jóvenes talentos formados en su popular big band. 

Los de la Sant Andreu llevan el sello de Temps Records, una discográfica de Terrassa donde cabe un poco de todo: canción, rock, folk, clásica y jazz. Es el mismo modelo que el de sellos generalistas como Picap y Discmedi. Las pequeñas discográficas especializadas en jazz que surgieron en el cambio de siglo, New Mood Jazz, Contrabaix o Satchmo, se quedaron por el camino. Pero Quadrant Records, heredero de Satchmo, sigue dando voz a la escena local. El sello del Taller de Músics, fundamental para entender la escena del jazz de Barcelona en los años 90, publica menos pero sigue viva. Y una discográfica especializada en clásica, Seed, arranca ahora su línea de jazz. Músicos no faltarán. El reto es llegar al público. 

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