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Mateo Gil nos cuenta las interioridades de 'Los Favoritos de Midas'

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Eduardo de Vicente

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Netflix acaba de estrenar una de las miniseries más interesantes y tensas de la temporada. Se trata de Los Favoritos de Midas, el último trabajo de Mateo Gil (coguionista de las primeras películas de Amenábar y realizador de filmes como el wéstern Blackthorn o la ciencia ficción de Proyecto Lázaro). Luis Tosar encabeza el reparto que está repleto de actores catalanes como Marta Belmonte (Isabel, Servir y proteger), Marta Molins (El embarcadero), Bea Segura (Hospital Central, Cites) o Àlex Casanovas, además del argentino Miguel Ángel Solá o la recuperación del desaparecido Guillermo Toledo.

El protagonista es un empresario que dirige un importante grupo audiovisual al que ha accedido tras recibir una inesperada herencia del anterior propietario. Su debilidad es el periódico que forma parte de esta empresa y que, aunque tiene importantes pérdidas, se obsesiona por mantener. Una de sus mejores periodistas acaba de descubrir una información bomba y duda si publicarla. Paralelamente, el país vive bajo una revuelta popular que lleva a la gente a continuas protestas en las calles. Pero todo se complica aún más cuando recibe una misteriosa carta firmada por Los Favoritos de Midas en la que le exigen el pago de 50 millones de euros. Si no cumple lo que le piden asesinarán regularmente a una persona al azar.

Son seis capítulos de casi una hora que mantienen en vilo al espectador que, al igual que el empresario, sospecha de todo el mundo y se va asombrando progresivamente al descubrir los insólitos métodos para matar que utilizan los citados Favoritos que los hacen difíciles de localizar. Una obra que acaba siendo dura y cruel y destapando los entresijos de las altas finanzas. Para saber más de su creación y conocer las anécdotas del rodaje hemos contado con la colaboración de su director, Mateo Gil.

-El origen. “El guion lo empezamos a escribir con Miguel Barros hace muchos años y debía convertirse entonces en una película. Al principio pensamos que transcurriera en el mundo anglosajón porque el capitalismo allí era más descabellado, como el relato original en el que nos inspiramos, escrito por Jack London. Sin embargo, con el tiempo, el mundo y nuestro país se han desdibujado mucho y ahora ya encaja mejor que esté ambientado aquí”.

-Los asesores. “Tuvimos el asesoramiento de la policía nacional y la UDEF, que fueron muy generosos y participativos. También tuve como asesor a un periodista que era sobre lo que menos dudas tenía, lo de chequear dos veces la información más o menos lo sabemos, pero sí me fue muy útil para conocer aspectos de las empresas periodísticas. Finalmente, tuvimos un asesor para lo financiero que nos ayudó para los mensajes que se ven de imagen en la junta de accionistas, de lo que yo no tengo ni idea.

-El efecto Tosar. ”La principal curiosidad es lo que llamo el “efecto Tosar” y es que los actores que nunca han trabajado con él están nerviosísimos el primer día por la admiración que le tienen y porque es un personaje que impone y llegan hechos un flan... Luego eso desaparece porque es una maravilla de persona y al segundo día ya no pasa nada. Pero cuando repasas las tomas del primer día, siempre se nota y es difícil arreglarlo”.

-El ático de lujo del protagonista. “La verdad es que es imposible encontrar un ático tan espectacular en Madrid y, en el caso que lo hubiéramos encontrado, no hubiéramos tenido suficiente presupuesto para compensar a su dueño. Al final decidimos rodarlo en un chalet en las afueras de la ciudad, añadiendo una barandilla y un fondo falsos”.

-Los otros escenarios “Como sabia que el mundo de Víctor iba a tener mucho cristal, tanto su domicilio como la empresa, quería que la oficina policial (la UDEF) fuera más realista. Fue imposible encontrar un espacio con las suficientes dimensiones que fuera distinto y lo único que pudimos encontrar era, también, de cristal. Se impuso la realidad o lo que pudimos pagar”.

-Los planos más espectaculares. “El atropello, la caída del andamio o la del niño son todos efectos digitales, están rodados de una manera muy sencilla y con pocos planos”.

-Andamios con vida propia. “La escena que transcurre en el barrio de Ópera la empezó a rodar Oskar Santos (director de la segunda unidad), pero llovió y tuve que volver para completar la secuencia. Pero en el Real Cinema, en la plaza de Isabel II, habían puesto un andamio de obra y tuve que rehacer algunos planos. Con una escena en un ático nos pasó lo mismo. Era perfecto y, a tres días de rodar, nos montaron un andamio y tuvimos que cambiar de ubicación. Nos perseguían los andamios”.

-La escena inicial en Siria. “La filmamos en una habitación derruida de un colegio de aquí y lo que se ve por la ventana son imágenes compradas para luego ser incrustadas digitalmente y, para acabar de ambientarlo, incorporamos muchos sonidos de guerra”.

-A todo gas. “Fue un rodaje que estuvo muy apretado en el tiempo, tuvimos un presupuesto muy ajustado y tan solo 12 semanas para rodar. Íbamos a un ritmo tremebundo. Es el primer rodaje que hago en el que no hay tiempo para bromas ni conversaciones ligeras para desconectar, incluso a la hora de la comida estábamos planeando cosas. Trabajando todo el tiempo, sin esperas. Por ejemplo, cuando había una pausa para iluminar la siguiente escena, yo estaba ensayando con los actores o discutiendo con el equipo de dirección. Se preparó muy rápido y no hubo ni un minuto de descanso”.

-La fiesta en la discoteca. “Desde el momento de la preparación y, ya en rodaje, era una de las secuencias que me tenía más amargado porque no encontrábamos un sitio asequible para nosotros y que diera el pego. Al final tiré la toalla y echamos mucha mano de los efectos digitales. Tenía mucho miedo de que no colara, pero creo que está muy conseguido”.

-Manis indepes en Madrid. “Las imágenes de los disturbios y manifestaciones, excepto los planos concretos específicos, son imágenes compradas. No pudimos recrearlas por falta de presupuesto. Y no son  necesariamente en Madrid. Alguna bandera indepe hemos tenido que borrar..."

-Menos accionistas de lo que aparece.”Había previstas tres escenas de juntas de accionistas. La serie debía empezar con una en la que se presentaba a Víctor Genovés como el nuevo presidente de la compañía, pero acabé eliminándola. Teníamos tan solo ciento y pico de figurantes con los que solo podíamos rellenar las áreas del patio de butacas sobre las que se superponía el personaje. El resto del auditorio, que tenía casi mil butacas, tuvimos que completarlo digitalmente”.