TROVADOR PLURICULTURAL

David Broza: "La guitarra española para mí siempre fue 'la guitarra'"

El cantautor israelí publica su primer álbum instrumental, 'En Casa Limón', producido por Javier Limón, que incluye la pieza 'Tears for Barcelona', inspirada por los atentados del 17 de agosto del 2017

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Jordi Bianciotto

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David Broza era un quinceañero cuando, en el tránsito de los 60 a los 70, los héroes de la guitarra eléctrica emprendieron su conquista del mundo, pero él se decantó por la versión clásica de las seis cuerdas, de caja y tacto de nilón, la mejor cómplice en sus peripecias en autoestop. "Comencé a viajar por España y por Europa, y la guitarra española fue para mí ‘la guitarra’, porque me lo daba todo, desde la distorsión hasta la más extrema dulzura", revela el trovador israelí, que vivió en Madrid de los 12 a los 19 años y que dedica a este instrumento su nuevo álbum, ‘En Casa Limón’, fruto de la entente con el productor Javier Limón.

El roce entre ambos músicos viene de lejos, ya que Limón firmó las labores técnicas de ‘Párking completo’ (2004). Pero este disco es otra cosa: el primero enteramente instrumental de Broza, lo cual hizo dudar a su cómplice de estudio. "Después de la muerte de Paco de Lucía, Javier no se veía con ánimos de trabajar con otro guitarrista", revela el cantautor. "Pero después de pensárselo concluyó que mi guitarra era muy distinta a la de Paco, que no era flamenca, porque mi punto de vista es otro". Citados en el estudio de Limón en Madrid, en el verano del 2019, Broza percibió en la grabación "un ambiente muy familiar e íntimo, nada industrial", y de ahí viene ese título del disco con sabor de hogar.

El rastro flamenco

‘En Casa Limón’ abre un amplio espectro de climas y cadencias: introspección con vistas a oriente, clasicismo a ritmo de vals, pellizcos de swing y de jazz, coqueteos con el flamenco (oigan ‘Burlería’). Broza cree que su forma de hacer "no pertenece a ninguna cultura musical" más allá, en todo caso, de la del cantautor o ‘singer-songwriter’, que va de Pablo Guerrero a Jackson Browne, dos de los muchos con los que ha colaborado a lo largo de su carrera. "Ya tengo 65 años y vivo toda la música que ha marcado a mi generación". Con honores para Serrat, a quien dedicó en 1983 un álbum entero, ‘Haishá sheiti’ (‘La mujer que yo quiero’), que ofrecía adaptaciones de sus canciones al hebreo a cargo del poeta Jonathan Geffen y que protagonizó un fenómeno de ventas en Israel.

Pasados tantos años desde su residencia en España, la vida le ha ido trayendo de vuelta a base de crear vínculos con músicos de este lado del Mediterráneo: Javier Ruibal, Luis Pastor, Niño Josele... Confiesa incluso cierta añoranza. "Siempre quiero estar allá donde no estoy. Al vivir ahora en Nueva York, hablo poco castellano, pero cuando lo hago me siento muy en casa", confiesa. Ahí estaba él, en su apartamento, el 17 de agosto del 2017, cuando el eco de la tragedia cruzó el Atlántico. Circunstancia de la que sale una de las piezas más emotivas del disco, ‘Tears for Barcelona’. "Para mí, esta ciudad siempre fue la capital del arte, mezcla de las culturas de Europa y del Mediterráneo", resalta. "Empecé a tocar este adagio y no me levanté de la silla hasta que la terminé. Estaba en ‘shock’. No lo elegí; es adonde me llevó el alma".

El sello Contreras

Aunque él siempre ha utilizado la guitarra para acompañar a su voz, en el nuevo álbum pone sus punteos en primer plano, valiéndose de los instrumentos que le cedió Limón y de su querido ejemplar de Contreras. ‘En Casa Limón’ está dedicado Manuel Contreras y a su hijo Pablo, los grandes constructores de guitarras, ambos ya fallecidos, y Broza ha llegado a pensar que esos instrumentos eran "demasiado buenos" para él. "Porque soy yo bastante bruto y rockero tocando, y golpeo la guitarra, y hago que sufra mucho", confiesa. "Una vez, Manuel vino a verme y se quedó asustado al verme tocar, pero al terminar me dijo: ‘David, tú eres como un futbolista, que haces lo que haga falta para meter el gol, y a ti esta guitarra te sirve para eso’. Me dio su bendición".

Capaz de expresar con las seis cuerdas la más honda sensibilidad poética y de inventarse bruscos meneos poco ortodoxos, Broza no se siente "en la misma liga" que solistas del calibre de "Paco de Lucía o Tomatito, esos genios", porque su lenguaje es otro. "Creo que he inventado un estilo que es mío y me siento cómodo con él. Esos guitarristas y yo tenemos madres distintas, pero la misma alma", reflexiona. Y percibe cambios íntimos tras estos meses de confinamientos y vida a cámara lenta.  "Algo ha cambiado dentro de mí, como si hubiera echado el ancla. Los músicos estamos experimentando una metamorfosis: a ver cuándo podremos zarpar de nuevo".

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