CRÍTICA DE CINE

'Binti': conflictos benévolos

Quim Casas

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El cine denominado infantil puede ser más escapista o bien pasar por su filtro amable temas de toda índole. En la producción belga ‘Binti’ se dan las circunstancias precisas para la segunda opción, la de un drama suave en torno a diversas temáticas y problemáticas –la situación de los sin papeles, la diferencia de clases, la fascinación por las redes sociales – resuelto de forma harto benévola. 

Es también la historia sobre una relación infantil, la que mantienen la chica congoleña que da título al filme, que vive ilegalmente con su padre en Bélgica desde hace años, y un niño que vive con su madre separada y no acepta al nuevo pretendiente de esta. Todas las piezas van encajando con bastante armonía y un exceso de ingenuidad, pero pese a un desenlace curioso porque es feliz, pero al mismo tiempo se ríe de las convenciones del ‘happy end’ tradicional, la película deja cierto regusto amargo. 

Al terminar, sabemos que los problemas de convivencia y comprensión siguen ahí, enquistados, aunque la visión filtrada a través de la extravertida Binti, obsesionada con ser bloguera de éxito, y el introvertido Elías, solitario y desencantado pese a su edad, sea a ratos la de un cuento urbano infantil.