ARTE SONORO EN MADRID

Lástima que Víctor Nubla no pueda escucharlo

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Beatriz Martínez

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El Museo Reina Sofía reivindica en esta nueva temporada el arte sonoro de manera rotunda. Lo hace a través de varias exposiciones que se complementan entre sí; por una parte, la instalación ‘Auto Sacramental Invisible’, en la que El Niño de Elche reinterpreta a José Val del Omar y su trabajo pionero dentro de este campo a través del cine. Por otra, ‘Disonata. Arte en sonido hasta 1980’, en la que se mezclan disciplinas para acercarnos a las obras de artistas como Elena Asins, Marcel Duchamp, Hanne Darboven o John Cage.

Este martes se ha inaugurado la tercera y más ambiciosa de sus nuevas muestras, ‘Audiosfera. Experimentación sonora 1980- 2020’, comisariada por Francisco López, que reúne 728 obras sonoras de 800 creadores de todo el mundo proponiendo un recorrido diferente por el vasto y dinámico universo del audio experimental.

"En los años 50 la pintura era el tipo de arte que explicaba una época, en los 60 fue la escultura, pero a partir de los 80 se produjo un cambio de paradigma en la música que no ha sido lo suficientemente estudiado", cuenta Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía. "Las instituciones museísticas se resisten al cambio, porque están hechas para ver, no para escuchar, así que hasta el momento lo sonoro siempre ha estado canibalizado por lo óptico".

En ‘Audiosfera’ no ocurre esto, ya que no hay nada que ver (ni imágenes ni objetos) y sí todo un magma de audios para escuchar. "No queríamos que hubiera distracciones visuales, ni siquiera los textos introductorios ni explicativos", apunta Rafael García, coordinador de una muestra en la que la tecnología ha jugado un papel fundamental. Para llevarla a cabo se ha desarrollado un dispositivo que contiene una aplicación con todo el material de cada una de las secciones. Funciona con un geolocalizador, así que cuando te introduces en un nuevo espacio, puedes acceder a los audios que lo integran, en versión reducida o extendida, ya que la visita puede durar entre una hora y media y… días. Así que, armados con unos cascos de alta gama que pone a disposición el museo (debidamente higienizados) y esta especie de i-Pod, nos adentramos en una experiencia inmersiva a lo largo de siete salas de diverso tamaño, color e iluminación que pretenden generar un entorno sensorial.

Piezas específicas

La muestra no se presenta cronológicamente, sino que atiende a los cambios esenciales en este ámbito creativo. "La verdadera transformación no tiene que ver exclusivamente con el paso de lo analógico a lo digital -continúa Borja-Villel-, sino con la posibilidad de estar conectados, de tender redes que configuren grandes comunidades sonoras".

A lo largo del recorrido se pueden escuchar creaciones como las concebidas por Anne Gillis, Alba Noto, Esplendor Geométrico, el recientemente fallecido Víctor Nubla o su compinche en Macromassa Juan Crek. 21 de las piezas sonoras han sido realizadas expresamente para la ocasión, como las de Barbara Ellison, Eric La Casa, James Webb, Ryoji Ikeda u Oliver Block.