ENTREVISTA

François Ozon: "Crecí sintiéndome culpable por mis impulsos sexuales"

El cineasta francés estrena 'Verano del 85', basada en un libro de Aidan Chambers de 1982, donde explora la identidad sexual, el duelo y el travestismo

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Nando Salvà

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El decimonoveno largometraje de François Ozon, ‘Verano del 85’, se basa en un libro que le cambió la vida: ‘Baila en mi tumba’, historia de amor febril y trágico entre dos adolescentes publicada por Aidan Chambers en 1982. Y eso sin duda explica que la película explore algunos asuntos que son recurrentes en la carrera del francés, como la identidad sexual, el duelo, el travestismo y el poder catártico de la ficción.

Usted ha dicho que, tras leer el libro de Aidan Chambers en 1985, inmediatamente quiso hacer una película sobre él. En tanto que representa una fantasía hecha realidad, ¿siente que ‘Verano del 85’ ocupa un lugar especial en su obra?

Es cierto que cuando leí el libro por primera vez me causó un impacto tremendo. Pero por entonces yo solo rodaba cortos en Super 8, y la posibilidad de convertirme en cineasta era muy remota. Lo curioso es que, cuando releí la novela no hace mucho, me di cuenta de que de algún modo ha influenciado todas mis películas. Entonces comprendí que era el momento adecuado para adaptarlo. Gracias a la experiencia y la madurez que ahora tengo, he podido contar la historia con una ternura de la que hace 35 años carecía.

En el verano de 1985 usted tenía 17 años, uno más que el protagonista de la película. ¿Hasta qué punto se identifica con él?

En cierta medida todas mis películas son un poco autobiográficas. En esta se relatan situaciones que probablemente yo mismo viví, y emociones que sentí. Las salidas nocturnas con los amigos, el descubrimiento carnal, la esperanza de que alcanzar la mayoría de edad supondría una explosión de libertad... Todos los adolescentes pasan por lo mismo.

En su cine, por otra parte, la adolescencia es un periodo vinculado a lo sombrío y lo traumático...

Se trata de una etapa vital compuesta de momentos de gran felicidad pero también de mucho sufrimiento. Es la época en la que descubrimos la realidad exterior y perdemos la protección frente a la crueldad del mundo que nuestros padres nos proporcionaron en la infancia. Y a nivel amoroso es una época milagrosa pero, al mismo tiempo, completamente decepcionante.

"Como a todos los homosexuales de mi generación, la amenaza del sida se me quedó grabada: si hacías el amor, podías morir"

‘Verano del 85’ cuenta una historia de amor entre dos chicos, pero a lo largo de la película el asunto de la homosexualidad ni siquiera se menciona. ¿Por qué?

Precisamente ese es el motivo por el que digo que me habría gustado ver esta película hace tres décadas; la novela de Chambers en ningún momento trata la homosexualidad como un problema, y eso la convierte en un libro muy moderno para su época. Cuando yo era adolescente, el cine solía retratar la homosexualidad como algo muy negativo y doloroso. Crecí sintiéndome culpable por mis impulsos sexuales.

¿Explica eso que, en tantas de sus películas, el amor esté ligado a la muerte?

Es difícil contestar a esa pregunta sin hacer psicología barata. En todo caso, yo experimenté el descubrimiento de mi sexualidad justo cuando surgió el sida. Por tanto, como a todos los homosexuales de mi generación, esa amenaza se me quedó grabada: si hacías el amor, podías morir. 

Ya hace un tiempo que los años 80 se han convertido en un contexto histórico recurrente para cineastas y ‘showrunners’. ¿A qué atribuye la fascinación que esa década genera?

Debo decir que yo no siento ninguna nostalgia por esa época; no me gustaba la música y el estilismo era terrible y, como digo, es entonces cuando apareció el sida. Tengo la sensación, en todo caso, de que tendemos a idealizar los tiempos pasados. Cuando yo era un chaval nos deslumbraban los años 60 y 70, y quién sabe si dentro de 20 o 30 años tendremos una visión romántica del tiempo actual, en el que vivimos confinados y rodeados de incertidumbre. Todo es posible.

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