LANZAMIENTO DISCOGRÁFICO

Imponente (y ensordecedor) 'ensayo' de Nueva Vulcano

El trío barcelonés de rock nos habla de su quinto disco, 'Ensayo', en el local de Castellar del Vallès donde se gestó

Ensayo de Nueva Vulcano en su local de Castellar del Vallès

Ensayo de Nueva Vulcano en su local de Castellar del Vallès / periodico

Roger Roca

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Vamos en coche. Conduce Artur Estrada, cantante, guitarrista y letrista. Albert Guàrdia, 'Tato', batería, va en el asiento del copiloto. Dejamos atrás Barcelona y paramos en Valldoreix para recoger a Wences Aparicio, bajista. Cae un buen chaparrón. Ya estamos todos. De ahí al local, en de Castellar del Vallés, para un par o tres de horas de ensayo. “Ensayamos solo hasta las nueve. Antes era todo más maratoniano”, cuenta Albert a través del retrovisor. “También es porque tocamos a un volumen bastante infame”, dice Artur.

Con ligeras variaciones, esta fue la rutina de Nueva Vulcano durante el 2019. Una vez al mes, Albert llegaba de Madrid a Barcelona, le recogían en coche y se encerraban en el local durante todo el fin de semana. Así nació 'Ensayo', su quinto disco. A pesar del título, no es un esbozo de nada. Al contrario, es un disco maduro. "Maduro" es, seguramente, una descripción que a los tres les dará algo de risa. Nueva Vulcano hablan de su música como quitándole hierro al asunto. Pero es que lo tiene. Y mucho. En quince años de carrera han escrito pequeños himnos entre el rock, el punk y el pop que para algunos fans son vitales. Nueva, como les llaman sus fans, no tienen seguidores. Tienen devotos. No han sido nunca un grupo de mayorías, pero el círculo ha crecido a base del boca oreja gracias a sus conciertos. Quien les ha visto en directo, se acuerda.

Un disco que no existía

En febrero del 2020, dos días antes de grabar 'Ensayo', dieron un concierto en la sala Vol de Barcelona, un espacio que gestiona la cooperativa de Artur. Iba a ser un ensayo con público: tocarían de principio a fin un disco que aún no existía. Y si había que parar a media canción para corregir algo, pararían. Hubo pocos parones, mucha complicidad con el público y mucha euforia. En primera fila, dos amigos lo bailaban todo. Habían venido de Cádiz solo para el concierto. Artur recuerda aquella noche como una de sus mejores experiencias como músico, y ha vivido muchas: en 1995 ya iba de aquí para allá con Aina, otra banda fundamental en la escena de guitarras de Barcelona. Los tres creen en el 'háztelo tú mismo' que aprendieron de los grupos norteamericanos que admiran: Jawbox, Fugazi. Del hardcore de su adolescencia han quedado el lenguaje y la filosofía, pero Nueva Vulcano le han dado otro tono emocional. Suenan fieros y a la vez frágiles. No les da apuro mostrar su vulnerabilidad. "Es que grupos que canten muy bien y toquen muy bien y todo eso ya hay muchos, yo qué sé", dice Artur, siempre medio en serio.

Nueva Vulcano han vivido por necesidad y por convicción en un circuito de salas pequeñas y espacios alternativos, montando y desmontando sus propios instrumentos y echando kilómetros en furgoneta por España -y a veces por Europa y los Estados Unidos- para tocar frente a cien personas. 'Novelería', su anterior disco, les puso por primera vez en el radar de los festivales, pero no aprovecharon la ola. Los tempos de Nueva Vulcano no van a juego con la industria, y han tardado cinco años en sacar otro álbum. Wences cree que no se les ha escapado ningún tren, porque en realidad, lo suyo nunca está de moda. Lo raro sería que triunfaran. "Ni nos gusta decirle a la gente lo que tiene que hacer ni nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer. Y así no consigues nada en la vida, es imposible", dice Artur. Aunque a pesar de su poca disposición al éxito, 'Ensayo' ha despertado más que nunca el interés de la prensa. "En estos años nuestro crecimiento ha sido gradual...", dice Tato, y Artur le interrumpe: "...y escaso". Otra vez el humor contra uno mismo. Otra vez la autoparodia como defensa.

Un montón de rotondas

Para llegar a Castellar en coche pasamos por un montón de rotondas. Viene a la mente la letra del primer single del disco. "Líbrame de siempre andar dando vueltas, del futuro inexistente, líbrame… de las rotondas". Las letras de Artur, que se sacó el carnet de conducir con 40 años, tienen eso. Se apoyan en la anécdota para coger fuerza y saltar con todo sobre temas más gordos. Rotondas para hablar de las cuentas pendientes con uno mismo. La euforia de 'Disney y resaca padre' para hablar de paternidad. Una oda a la amistad en 'La pedra oscil·lant', el rechazo al neoliberalismo en 'El eucalipto' -"se levanta frondoso y rápido, de aceite esencial, dispuesto a arraigar", cantan-. En las canciones de 'Ensayo' se entremezclan la vida cotidiana y lo político, lo íntimo y lo colectivo, aunque las letras están siempre más cerca del enigma que de la proclama. "La gente las siente muy suyas porque en las letras de Artur hay un espacio donde encontrarse", opina Wences, mientras el aludido carga los amplificadores por las escaleras.

El local está en el sótano que fue el almacén de la tienda de electrodomésticos de los abuelos de Albert. En la entrada se acumulan discos y 'merchandising' de La Castanya, la pequeña discográfica familiar -Albert y su hermano Joan- que coedita los discos de Nueva Vulcano a medias con el sello de Barcelona BCore. La portada de 'Ensayo' es una foto de los tres instrumentos tal como están dispuestos en el local. En la contraportada, el resto de paredes. Paredes feas, de local de ensayo. La madre de Albert las quería pintar pero él le convenció de no hacerlo. Nueva Vulcano están a favor del naturalismo. O por lo menos, en contra de la impostura. Son las 18.10 horas, habrá que empezar a ensayar. Al día siguiente actúan en un festival en Madrid en uno de los pocos conciertos que han podido cerrar con el covid haciendo estragos. Tampoco les quita el sueño. Hicieron este disco por el placer de hacerlo, y lo que venga será un premio. "¿Tienes tapones?", le preguntan al periodista. El volumen es realmente ensordecedor.

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