CRÍTICA DE MÚSICA

Dudamel emociona en el Palau

El director venezolano inauguró la temporada de Palau 100 con un homenaje a Beethoven

Gustavo Dudamel, durante el concierto de este viernes en el Palau de la Música.

Gustavo Dudamel, durante el concierto de este viernes en el Palau de la Música. / periodico

Pablo Meléndez-Haddad

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La emoción estaba asegurada. Con el escenario a rebosar por una Sinfónica de Galicia (reemplazando a la Mahler Chamber) con 65 efectivos reforzada por alumnos de la Escuela reina Sofía, al mando, desde el podio, del mediático director venezolano Gustavo Dudamel, la temporada de Palau 100 se inauguró con el primer concierto del Orfeó Català y del Cor de Cambra –unos 60 ‘cantaires’– desde que la pandemia se impuso. Con el 50% del aforo y las localidades agotadas, el Palau tranquilizó a sus abonados anunciando que había sido reconocido como lugar seguro por las autoridades europeas.

En los atriles, la ‘Novena Sinfonía’ de Beethoven, compositor fundamental al que se le rendía homenaje en su 250º aniversario. Con Dudamel al frente, la repercusión y el éxito estaban asegurados: al acabar la obra, el público ya estaba de pie aclamándolo con una ‘standing ovation’.

Soronidad especial

El carismático director de la Filarmónica de Los Ángeles ya dirigió la totalidad de las sinfonías de Beethoven en el Palau, y esta vez volvió a encandilar a sus seguidores con una versión a la que costó acostumbrarse por su especial sonoridad, poco empastada, resultado de la holgada distribución de la orquesta en el escenario para guardar el distanciamiento requerido. La acción de conjunto dejó que desear y eso se tradujo en frases emborronadas y poco claras. Y no solo en los momentos más monumentales, también en la sutil filigrana del ‘Adagio’. Seguro que en la audición del sábado en el Teatro Real de Madrid, con los mismos intérpretes, todo irá mejor.

Con los miembros del coro distribuidos en los pisos superiores, todos con mascarilla (al igual que los músicos) y con los solistas vocales en primer término, el último movimiento funcionó sin mayores problemas, salvo por alguna entrada fallida en los tenores. Susanne Elmark aportó una voz timbrada y dócil, Aigul Akhmetshina resultó inaudible, Leonardo Capalbo tuvo frases adecuadas cuando no se aceleraba y José Antonio López, el único español del equipo, impuso la mejor voz solista.